Iman Mersal
Abres los ojos como el telón de un teatro,
y en la oscuridad dos pies descienden hasta tocar el suelo.
Sin despertar aún, la madera del escenario tiene la misma temperatura que
la piel.
Madurada repetición: un día más que se suma o un día más que se resta.
Comenzará la actuación improvisada al llegar a la cocina familiar,
puede que sea este negro café el timbre de la mañana.
De esta manera uno recibe el premio del regreso sano y salvo del sueño,
solamente para llevarlo sobre los hombros y correr.
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