domingo, 25 de outubro de 2015

A vida que não passa de hoje


Buenos Aires 

Por Juan Gelman
(Poeta argentino)

La vida que se va deja un soplo en medio de la mano que es inútil besar. Trátelo bien, señora, no equivoque los platos que calentó y sirvió, sueños, abrigos, oscuridades, claridad, la fe que se repite, dolores en la mitad del día, bellezas que se deben quedar.
La eternidad es una idea violenta/acumular futuro. La conciencia se libra de sí misma cuando vira su luz en las respiraciones del rocío. Fulgor de las almohadas en las que el tiempo se desnuda y el orden del amor se pierde. La noche madura / las verdades del cuerpo conocen el cortejo / las horas que se van.
Llegan los ruidos de la muerte cotidiana / México / Irak / Pakistán / Afganistán / Yemen / Somalia. Me miro sin explicaciones / soy el asesino y el asesinado. Adiós, candor, los restos de la infancia están pálidos / no hay qué darles de comer. La belleza de un pájaro dormido me trae agonías y ruego al pájaro que duerma. Sin árboles de hermosura corpórea, sin largos días de mayo.
La cárcel de la feria no tiene puertas de diamante ni candados de oro. La pena, el hambre, la guerra, la infamia, la tristeza, hasta la misma muerte / se pasean a dedos del jilguero que cae malherido. Te olvidaste del odio, la resignación, la furia, Baltasar. Las disciplinas de la humillación enfrían la vía pública y no soplan vientos de salud, los contratos posibles del encuentro entre los miedos del espíritu y los colores de una garza. La dignidad canta músicas flacas / párpados de arena / le clavan la fuente de la sangre. La indignación olvida sus fulgores. Vida, qué te hacen, vida, sola ahí, sin techo ni parábolas, en la evaporación de cualquier sueño.


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