Por André Breton
Conozco la desesperación a
grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se halla necesariamente en
una mesa servida en una terraza, en el atardecer, al borde del mar. Es la
desesperación y no el regreso de una cantidad de hechos sin importancia como las
semillas al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una
roca o el vaso para beber. Es un barco acribillado por la nieve si queréis,
como los pájaros que caen y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco
la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña delimitada por joyas
capilares. Es la desesperación. Un collar de perlas para el cual uno no sabría
encontrar un broche y cuya existencia ni se sostiene en un hilo, tal la
desesperación. Del resto no hablemos. No hemos terminado de desesperarnos si
comenzáramos. Yo, me desespero por la pantalla a las cuatro, me desespero por
el abanico a medianoche, me desespero por el cigarrillo de los condenados.
Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón,
la mano queda siempre en la desesperación sin fuerza, en la desesperación cuyos
hielos no nos dicen jamás si murió. Vivo de esta desesperación que me encanta.
Amo esta mosca azul que vuela en el cielo a la hora que musitan las estrellas.
A grandes rasgos conozco la desesperación, de vastos asombros menudos, la
desesperación de la altivez, la desesperación de la cólera. Me levanto cada día
como todo el mundo y descanso los brazos sobre un papel floreado, no me acuerdo
de nada y siempre es con desesperación como descubro los hermosos árboles
desarraigados de la noche. El aire de la habitación es bello como palillos de
tambor. Hace un tiempo increíble. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es
como el viento de la cortina que me asiste. ¡Se conoce semejante desesperación!
¡Fuego! Oh van a venir de nuevo... ¡Socorro! Helos aquí cayendo por la
escalera... Y los anuncios del periódico y los avisos luminosos a lo largo del
canal. ¡Montón de arena, vete, especie de montón de arena! En sus grandes
rasgos la desesperación no tiene importancia. Es un hacinamiento de árboles que
una vez más van a hacer una foresta, es un hacinamiento de estrellas que una
vez más van a hacer un día de menos, es un hacinamiento de días que una vez más
va a hacer mi vida.