Há bem pouco tempo, viveu-se o cinquentenário do desaparecimento de
André Breton, um dos founding fathers do surrealismo. Em abril
próximo, terá lugar na Espanha um encontro sobre a 'memória surrealista',
quando também estará em evidência a obra de Eugenio Granell, o último 'grande
pintor' surrealista espanhol, por ocasião dos 15 anos de sua partida. O texto aí
abaixo é a introdução do trabalho que apresentarei no referido encontro,
realçando a perspectiva de um latino-americano sobre o surrealismo e a sua
configuração na América Latina. A introdução, em síntese, coloca em relevo
temas centrais do surrealismo: a assimilação da psicanálise e o inconsciente; a
impertinência de se tentar limitar a arte (em suas diversas expressões) ao
escopo de técnicas instrumentais ensinadas nas esferas
institucionais e acadêmicas; a insubmissão frente o establishment;
a sua herança romântica, etc. O espírito surrealista é, antes de tudo, uma
postura diante do mundo. Enfim, a nossa 'estrela da manhã'.
'A Persistência da Memória', do pintor surrealista Salvador Dalí |
LA INSUMISIÓN DEL ARTE: ENTRE
EL ROMANTICISMO Y EL SURREALISMO
He construido una
casa en medio del océano
Sus ventanas son
los ríos que manan de mis ojos
Los pulpos se
agitan alrededor de las murallas
Oigan el latido de
sus triples corazones y sus picos
Martillar los
ventanales
(Guillaume
Apollinaire)
Twilight is
creeping
My lips make a
silent sound
I have a silent
thunder
Everyone has a
silent thunder
However
sometimes you don’t feel it
Its name is
freedom
You, walk to
the twilight
The wind into
your face
It will bring
the feeling of freedom
We have a
silent thunder
Inside of us
Inside of us
(Leont Etiel, ‘Silent Thunder’)
Por Ivonldo Leite
Como
se ha señalado Michael Löwy, el surrealismo es un movimiento de revuelta del
espíritu y una tentativa eminentemente subversiva de re-encanto del
mundo, es decir de restablecer en el corazón de la vida humana los momentos
‘encantados’ borrados por la civilización de las mercancías: la poesía, la
pasión, el amor, la imaginación, la magia, el mito, lo maravilloso, el sueño,
la revuelta, la utopía. Dicho con otras palabras, se trata de una protesta
contra la racionalidad obtusa, el espíritu mercantil, la lógica mezquina, el
realismo liso de nuestra sociedad y la aspiración utópica y
revolucionaría de ‘cambiar la vida’. Se trata de una aventura tanto intelectual
como pasional, política y mágica poética y onírica, que empezó en 1924, en
Francia, pero que aún no ha terminado. El surrealismo salió a luz pública en
1924 a raíz de la aparición del Primer Manifiesto Surrealista.
Este
Manifiesto, escrito pelo poeta André Breton, incluyó la asimilación del
psicoanálisis freudiana y la llamada “escritura automática”. El acercamiento a
la dimensión política se dio en 1925, debido a la intervención militar francesa
en Marruecos, donde algunos de los principales creadores de la empresa onírica,
a su manera, se interpusieron el camino de Francia, denunciando la perspectiva
imperialista de la guerra. Esto marcó definitoriamente la ubicación del
movimiento surrealista frente a lo que se ha llamado la civilización
occidental.
El
mismo año de la guerra en Marruecos, la publicación del movimiento (La
Revolución Surrealista) cuestionó el rol del ethos de la
modernidad occidental: dondequiera que la civilización occidental ha
predominado, todo contacto humano ha desaparecido, excepto el contacto que
permite la generación del dinero. En el estado actual de la sociedad europea,
seguimos siendo fieles al principio de cualquier acción revolucionaria.
En
1931, ocurrió el primer sobresalto del movimiento surrealista sobre la cuestión
racial durante la Exposición de Arte Colonial de Paris. La Exposición,
organizada por la administración colonial, e que había causado un grande
interés a las élites francesas, los surrealistas opusieron una
contra-exhibición titulada La Verdad sobre las Colonias, bajo
el lema ‘Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre’.
En
los años cuarenta del siglo XX, con el movimiento surrealista venido a menos y
desgarrado por sus disputas internas, miembros internos y angustiados por la
catástrofe de la Segunda Guerra comenzarían un lazo más estrecho con otras
regiones del mundo.
El
movimiento surrealista surgió como una suerte de síntesis superadora, no sólo
por las obras que dele de él derivaron, sino también por las problemáticas
formales y éticas que intentó resolver desde una perspectiva integral. Como se
indica Flavio Crescenzi, es un hecho irrefutable que todas las escuelas de
vanguardia estuvieron signadas por una misma voluntad anti-realista, voluntad
que motivó una búsqueda estética con resultados visibles en el campo de la
emancipación: la construcción de un lenguaje escasamente referencial que multiplicara
el poder significativo de las metáforas, y el culto a la imagen poética serían
algunos ejemplos posibles de lo que ha pretendido expresar. Es así como, desde
las sinestésicas correspondenciais baudelaireanas, hasta los más arbitrarios
cadáveres exquisitos, la imagen poética ha sido el elemento transformador por
excelencia y, asimismo, el vehículo de conocimiento para aprehender una
realidad mucho más compleja que aquella otra instituida.
El
surrealismo supone, de algún modo, la continuidad y la culminación del
romanticismo. La consciencia romántica reivindicaba y exploraba la
subjetividad. Nada de esto fue ajeno al surrealismo, que extremará estas
premisas valiéndose de los avances de la psicología profunda (en particular, la
teoría de lo inconsciente de Freud) y de algunas de las formulaciones de la
‘filosofía de la praxis’. Los surrealistas parecieron vislumbrar mejor que
nadie que el poeta es, por encima de todo, una conciencia crítica que denuncia
toda forma de opresión y conformismo; que ataca toda orden cristalizado; que
moviliza, de manera vital, energías sociales con la sola meta de que esas
energías sobrevivan.
El
espíritu surrealista, o, mejor dicho, el comportamiento surrealista, es eterno.
Lo es entendido como una cierta disposición para profundizar lo real; a tomar
una conciencia cada vez más clara y al mismo tiempo crecientemente apasionada
del mundo. Supone un verdadero llamado de atención contra una civilización
opresiva y un impulso de indudable eticidad hacia un más auténtico y libre modo
de aprehender aquello profundamente humano; para ello, ha sabido exaltar el
valor del ensueño, del humor, del juego, del deseo, del amor y de lo
maravilloso como genuinas expresiones disruptivas.