São, como hei de dizer?, "inquietantemente preocupantes", digamos assim, algumas formulações que têm sido apresentadas na área das ciências humanas, e mais ainda na pós-graduação, onde o conhecimento deve resultar de pesquisa sistemática. Transplante descontextualizado de conceitos, elaborações inconsistentes no plano empírico-analítico, amontoado laudatório de citações meramente reprodutivistas de autores, etc. Na área de educação, o som dessa gaita é conhecido. Mais recentemente, por exemplo, o 'impressionismo' (não o da arte) têm feito paragem perante a desconsideração do Estado como unidade de análise nas políticas educativas e diante do chamado 'ciclo de políticas', como abordagem importada da Inglaterra a partir do enfoque de Stephen Ball (policy cycle approach). Espuma de palavras, transmissão acrítica de impressões. O entendimento da incapacidade de resposta credível, do ponto de vista analítico, à esdrúxula proposta de reforma do Ensino Médio tem de levar isso em conta. Pois bem, é em discordância em relação ao referido quadro e em combate direto, o bom combate, que eu e o meu amigo Carlos Machado (Universidade Federal do Rio Grande/RS) saíamos a terreiro no texto aí abaixo. Uma versão ampliada do mesmo será apresentada no próximo ano em Santiago do Chile. Originalmente, o texto está publicado aqui: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=219221.
Políticas
educativas, Estado y errores de enfoque: el caso brasileño
Ivonaldo Leite
Carlos Machado
Desarrollar análisis sobre el proceso de constitución de los sistemas
educativos y de las políticas educativas requiere tener en cuenta el papel del
Estado. Esto significa decir que para comprender más claramente cuál es el
vínculo entre los sistemas educativos y el surgimiento de los Estados modernos
es necesario que nos detengamos un momento en consideraciones acerca
del Estado.
Como dijo Nicos Poulantzas en sus últimos trabajos – como en
‘Introducción al estudio de la hegemonía en el Estado’ -, las evoluciones del
Estado se sitúan en el interior de: a) una separación de la sociedad civil y el
Estado contemporáneo, separación que a pesar de las transformaciones del
liberalismo democrático teorizado por Locke, Montesquieu, Humboldt, Constant,
etc., tiende a la constitución de un «Estado-fuerte»; b) unidad interna propia
del Estado correspondiente a su separación con la sociedad civil a pesar de
ciertas evoluciones «corporativistas» del Estado; c) una molecularización de la
sociedad civil mantenida por el Estado a pesar de las formas nuevas de
expresión que reviste la socialización progresiva de las fuerzas de producción;
d) una especificidad del nivel político en relación al nivel
económico-corporativo; e) una autonomía relativa del Estado respecto de los
conjuntos económico-sociales de la sociedad civil, así como respecto de las
clases o fracciones dominantes, a pesar del fenómeno de concentración
monopolista.
En resumen, en el interior de una explotación propiamente política, o sea,
hegemónica de clase.Esta concepción considera la definición más comúnmente
presentada del Estado, pero supera sus perspectivas. De acuerdo con la definición
más comúnmente aceptada (formulada originalmente por Max Weber y presentada en
su trabajo Economía y Sociedad), un Estado es instituto político de actividad
continuada cuyo cuadro administrativo mantiene con éxito la pretensión al
monopolio legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden
vigente. Así, como se ha señalado Emilio Fanfani, el Estado es presentado como
un instituto porque su autoridad se extiende sobre un territorio y porque su
capacidad de obligarnos a obedecer sus disposiciones mientras permanezcamos en
el territorio que controla es independiente de nuestra voluntad o mismo
consentimiento: el conjunto de funcionarios encargado del mantenimiento del
orden monopoliza el ejercicio de la violencia física legítima. Muy bien. Pero
hay un problema con esta definición. Ella carece de base empírica respecto a
las consecuencias de las relaciones de poder entre clases y grupos sociales.
La relación entre las clases hegemónicas, el Estado y la educación se pone en
evidencia, por ejemplo, cuando históricamente los sistemas nacionales de
educación son estructurados. Andy Green es paradigmático en este sentido: el
mayor ímpeto para la creación de sistemas educativos nacionales reside en la
necesidad de proveer al Estado de administradores entrenados, ingenieros y
personal militar, para diseminar las culturas nacionales dominantes e inculcar
ideologías populares de nacionalidad, y así forjar la unidad política y
cultural de los Estados nacionales nacientes y cimentar la hegemonía ideológica
de sus clases dominantes. Es decir, el postulado de la idea de nación no
eliminó las diferencias de clase.
Por lo tanto algunos enfoques que actualmente se han desarrollado sobre
las políticas educativas son teóricamente muy equivocados analíticamente. Este
es el caso de ciertos estudios realizados bajo la influencia de la base teórica
del sociólogo inglés Stephen Ball con su policy cycle approach (enfoque
de los ciclos de la política). Las causas de los errores analíticos son varias,
por ejemplo: a) la negación confusa de la hegemonía del Estado en nombre de la
perspectiva postestructuralista; b) el desconocimiento del peso de los
dispositivos de poder institucional del Estado; c) el malentendido respecto a
la jerarquía entre los diferentes niveles de la esfera educativa; d) no tiene
en cuenta las especificidades del contexto empírico de América Latina en
relación al contexto inglés, para el cual Stephen Ball elaboró su
perspectiva como resultado del enfoque sobre las reformas educativas en
Inglaterra.
Cometiendo tantos errores analíticos no es sorprendente, por lo tanto,
que tales segmentos académicos queden inertes intelectualmente ahora en Brasil
con la propuesta de reforma de la educación secundaria presentada por el
gobierno ilegítimo de Michel Temer. No saben qué decir. Ellos se limitan a
repetir lugares comunes de su iglesia académica. Están descubriendo lo que es
el poder del Estado y la fuerza de sus dispositivos institucionales. Más
vale tarde que nunca.
Las políticas educativas, para fines analíticos, pueden ser entendidas
en el contexto de la función del Estado a lo que Henri Lefebvre llamó
reproducción de las relaciones de producción. Por su acción educativa (escolar
y no escolar), el Estado también produce el espacio social, aunque puede ser producido
por este espacio. Al haberse convertido en político, el espacio social se
encuentra por una parte centralizado y fijado en una centralidad política, y
por otra especializado y parcelado.
Por último, el error de subestimar la hegemonía del Estado en el desarrollo de
políticas educativas tiene graves consecuencias para la construcción de una
educación ciudadana y emancipadora. Los brasileños son testigos de esto en este
momento, con el ataque promovido por la reforma de la educación secundaria a las
ciencias humanas.