sábado, 2 de junho de 2018

El viajero del crepúsculo


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Por Leont Etiel

Cuando una vece más, al amanecer, descendió de la montaña del tiempo, se le quedó la imagen según la cual la memoria arrastra también la idea de que las representaciones y las construcciones mentales que la acompañan han sido sus razones causales. La dimensionalidad del infinito proporciona una mundovisión inaccesible a la mayoría de las personas, y disponible a los intermitentes recuerdos del viajero de la intemporalidad.
La soledad de su compañía le hace ver que los símbolos distintivos que se han dado de la esencia de las cosas son símbolos característicos del no-ser, y que de este paradojo se ha erguido un ficticio mundo-verdad en que las personas, como en el teatro, actúan cotidianamente desarrollando el papel de negarse a sí mismas, en la medida en que el no-ser de sus relaciones es resultado de una ilusión de ótica moral que ellas precisan continuar manteniendo.
Estos fueron los primeros pensamientos del viajero de la intemporalidad después de descender de la montaña que constituye la cosmovisión del infinito. Antes de eso, él ajustó su casi inexistente equipaje sobre la espalda y guardó un enigmático manuscrito acerca de los cuatro errores de la humanidad, sus engaños y las causas del sufrimiento. Era final de otoño, y el día en Montevideo ya tenía temperatura de inverno. Miró adelante y caminó. Observó con atención la suavidad existencial ostentada por las históricas calles de Ciudad Vieja. Es una configuración que hace pensar en la posibilidad de la similitud de cosas disímiles. Conocemos el sonido producido por el batido de las palmas de la mano. ¿Y cómo suena rectilíneamente el de una sola?
La constancia de los mismos pensamientos y sentimientos en diferentes momentos de la vida. La estabilidad selectiva de la memoria a lo que para ella es interesante. La imaginación que no se confunde con ilusión. La relatividad de tiempo y lugar. La reproducción imaginaria del acto real. Experimentación mental. El viajero volvió a los primeros pensamientos: la imagen según la cual la memoria arrastra también la idea de que las representaciones y las construcciones mentales que la acompañan han sido sus razones causales.
El día marchaba hacia su final, y la luz del sol comenzaba a anunciar su despedida. Después de un longo recorrido por la avenida 18 de julio, el viajero se quedó en el Parque Rodó. Se dirigió hasta la Rambla atraído por el viento y por los breves movimientos de las aguas del Río de la Plata. Acto continuo, tuvo la percepción de que una vida larga depende de dimensiones como la calma en la forma de vivir, la experimentación de lo que la memoria conserva, y de saber actuar en el teatro cotidiano de las convenciones resultantes de la ilusión de óptica moral. Con la desaparición de los últimos rayos solares, él fue informado por el crepúsculo de que había llegado el momento de un nuevo viaje.