Por Sofía Gaspar
La importancia de las consecuencias no intencionales
de la acción, como uno de los elementos centrales y constitutivos de la teoría
sociológica, es un tema largamente debatido a lo largo de la historia de esta
ciencia. Aunque esta cuestión haya sido tratada bajo terminología sociológica
distinta, Merton
glosa algunas de sus denominaciones presentes en la literatura — providencia,
fuerzas sociales, paradojas sociales, heterogeneidad de fines, causalidad
inmanente, principio de emergencia —, así como se refiere a la diversidad de
contextos relacionados con las consecuencias imprevistas — problema del mal,
responsabilidad moral, libre albedrío, predestinación, fatalismo,
comportamiento lógico o ilógico, predicción y control social.
El análisis de las intenciones de nuestras acciones y
sus consecuencias no deseadas o previstas permite entender cómo funcionan las
sociedades. Probablemente, muchos de los hechos históricos son «no
intencionales». Pero, en realidad, la mayoría de las formas de vida continuas o
cambiantes tienen que ser interpretadas como una mezcla de consecuencias
intencionadas (reproducción social) y no intencionadas (cambio social).
Las profecías reflexivas, formalizadas por primera vez
por Robert K. Merton, han sido analizadas por varios teóricos, que, partiendo
de la definición inicial mertoniana, la han extendido a niveles explicativos de
la realidad social más integrados. Merton parte del conocido y ampliamente citado teorema de W. I. Thomas
—«si los individuos definen las
situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias» —, para
acordar la importancia que el tema ha tenido en las obras del obispo Bossuet,
Mandeville, Marx y Freud.
Ahora bien, Merton interpreta y concretiza el teorema
señalando que «las definiciones públicas
de una situación (profecías o predicciones) llegan a ser parte integrante de la
situación y, en consecuencia, afectan a los acontecimientos posteriores».
El autor opera aquí una distinción entre las Profecías que se Auto-Cumplen
(i.e., de una definición falsa de la situación ocurre una acción nueva, que
hace verdadero lo que inicialmente se suponía falso) y las Profecías que se
Auto-Niegan (i.e., predicciones futuras de acontecimientos sociales que, cuando
se tornan públicas, conducen a una nueva acción que cambia la situación
originalmente definida).
Detengámonos un momento: la definición inicial de la
situación no es, en este caso, irreflexiva,
espontánea o inmediata; al contrario, presupone una creencia consciente y racional
(aunque posiblemente falsa) ante la situación. Estamos, así pues, describiendo
una definición reflexiva de la situación, que nos lleva a una determinada consecuencia. Lo que interviene
claramente en el caso de las profecías reflexivas es la presencia de un
elemento central —la acción reflexiva—
que media la creencia o expectativa inicial y su resultado futuro.
Lo que nos interesa es qué tipo de resultados o
consecuencias se derivan de esa acción reflexiva. O bien el producto de la
acción es coincidente con la intención
inicial, o bien produce resultados
distintos, más allá de los previstos originalmente. Si estamos en presencia
de este último caso (que es seguramente mucho más común de lo que suponemos),
nos encontramos con una consecuencia no
intencional de una acción intencional. Conviene, con todo, subrayar aquí que las consecuencias
no intencionales pueden igualmente derivar de una acción no intencional (p.e., acciones rutinarias cotidianas que no implican
reflexividad en su ejecución).
Efectivamente, el tema de las consecuencias no
intencionales de la acción intencional ha sido ampliamente identificado por
varios autores que, aunque apoyados en matices teóricos distintos, han
destacado su relevancia analítica para el entendimiento de la naturaleza
social.