quinta-feira, 31 de maio de 2018

Consecuencias no intencionales de la acción intencional


Por Sofía Gaspar 

La importancia de las consecuencias no intencionales de la acción, como uno de los elementos centrales y constitutivos de la teoría sociológica, es un tema largamente debatido a lo largo de la historia de esta ciencia. Aunque esta cuestión haya sido tratada bajo terminología sociológica distinta, Merton glosa algunas de sus denominaciones presentes en la literatura — providencia, fuerzas sociales, paradojas sociales, heterogeneidad de fines, causalidad inmanente, principio de emergencia —, así como se refiere a la diversidad de contextos relacionados con las consecuencias imprevistas — problema del mal, responsabilidad moral, libre albedrío, predestinación, fatalismo, comportamiento lógico o ilógico, predicción y control social.
El análisis de las intenciones de nuestras acciones y sus consecuencias no deseadas o previstas permite entender cómo funcionan las sociedades. Probablemente, muchos de los hechos históricos son «no intencionales». Pero, en realidad, la mayoría de las formas de vida continuas o cambiantes tienen que ser interpretadas como una mezcla de consecuencias intencionadas (reproducción social) y no intencionadas (cambio social).
Las profecías reflexivas, formalizadas por primera vez por Robert K. Merton, han sido analizadas por varios teóricos, que, partiendo de la definición inicial mertoniana, la han extendido a niveles explicativos de la realidad social más integrados. Merton parte del conocido y ampliamente citado teorema de W. I. Thomas  «si los individuos definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias» —, para acordar la importancia que el tema ha tenido en las obras del obispo Bossuet, Mandeville, Marx y Freud.
Ahora bien, Merton interpreta y concretiza el teorema señalando que «las definiciones públicas de una situación (profecías o predicciones) llegan a ser parte integrante de la situación y, en consecuencia, afectan a los acontecimientos posteriores». El autor opera aquí una distinción entre las Profecías que se Auto-Cumplen (i.e., de una definición falsa de la situación ocurre una acción nueva, que hace verdadero lo que inicialmente se suponía falso) y las Profecías que se Auto-Niegan (i.e., predicciones futuras de acontecimientos sociales que, cuando se tornan públicas, conducen a una nueva acción que cambia la situación originalmente definida).
Detengámonos un momento: la definición inicial de la situación no es, en este caso, irreflexiva, espontánea o inmediata; al contrario, presupone una creencia consciente y racional (aunque posiblemente falsa) ante la situación. Estamos, así pues, describiendo una definición reflexiva de la situación, que nos lleva a una determinada consecuencia. Lo que interviene claramente en el caso de las profecías reflexivas es la presencia de un elemento central —la acción reflexiva— que media la creencia o expectativa inicial y su resultado futuro.  
Lo que nos interesa es qué tipo de resultados o consecuencias se derivan de esa acción reflexiva. O bien el producto de la acción es coincidente con la intención inicial, o bien produce resultados distintos, más allá de los previstos originalmente. Si estamos en presencia de este último caso (que es seguramente mucho más común de lo que suponemos), nos encontramos con una consecuencia no intencional de una acción intencional. Conviene, con todo, subrayar aquí que las consecuencias no intencionales pueden igualmente derivar de una acción  no intencional (p.e., acciones rutinarias cotidianas que no implican reflexividad en su ejecución).  
Efectivamente, el tema de las consecuencias no intencionales de la acción intencional ha sido ampliamente identificado por varios autores que, aunque apoyados en matices teóricos distintos, han destacado su relevancia analítica para el entendimiento de la naturaleza social.