sexta-feira, 23 de março de 2018

Pensar rápido, pensar pausadamente

Por Alba Colominas Espinola

En el libro Pensar rápido, pensar despacio, Daniel Kahneman [psicólogo, pero Premio Nobel de Economía] sintetiza sus investigaciones sobre la forma de pensar de los seres humanos. El autor mantiene la tesis ampliamente aceptada en la psicología actual sobre los dos modos de pensamiento: el Sistema 1, rápido, intuitivo y emocional, y el Sistema 2, más lento, reflexivo y racional. 
El primero proporciona conclusiones de forma automática, y el segundo, respuestas conscientes. Lo peculiar es que, en la mayoría de las ocasiones, no reflexionamos sobre cuál de los dos ha tomado las riendas de nuestro comportamiento.

Un libro dividido en cinco secciones temáticas
El libro se divide en cinco partes. En la primera parte presenta cómo funcionan los dos sistemas y cómo se producen los juicios y la toma de decisiones por parte de ambos. La segunda parte profundiza sobre la heurística de los juicios y hace especial hincapié sobre las dificultades del Sistema 1 para pensar estadísticamente. La tercera parte se centra en la incapacidad para reconocer la incertidumbre y nuestra propia ignorancia y la sobreestimación de aquello que creemos entender del mundo que nos rodea. 
La cuarta parte profundiza sobre la naturaleza de las decisiones económicas y plantea la teoría de las perspectivas bajo la hipótesis de los dos sistemas. En la quinta parte del libro Kahneman realiza una distinción entre los que él llama “el yo que experimenta” (relacionado con el Sistema 2) y “el yo que recuerda” (relacionado con el Sistema 1). En ocasiones el objetivo de felicidad de ambos yo conduce a situaciones claramente contrapuestas.
Finalmente, y en una especie de conclusión, se examinan las implicaciones de las tres distinciones realizadas en el libro: el yo que recuerda frente al yo que experimenta, la toma de decisiones en la economía clásica frente a la toma de decisiones en la economía conductual, y el Sistema 1 frente al Sistema 2.

Varias consideraciones y reflexiones sobre este libro
Podemos considerar las hipótesis de partida de Kahneman sumamente originales y atractivas. A mi juicio, extiende los conceptos de Sistema 1 y Sistema 2 a la totalidad de procesos del pensamiento. Esta visión modeliza perfectamente la toma de decisiones del tipo “lo primero que se me ha pasado por la cabeza” frente a aquellas decisiones que tomamos después de haber reflexionado cuidadosamente. Podemos ver un ejemplo de ello en un sencillo problema que el mismo Kahneman plantea:

El Sistema 1 y el Sistema 2, una sencilla forma de conceptualizar el pensamiento
Fisiológicamente hablando, podríamos incluso llegar a postular que las respuestas del Sistema 1 emergen directamente del sistema límbico, naturalmente transformadas y procesadas por las áreas neocorticales, mientras que las del Sistema 2 que implican un procesado más elaborado, (el intelectual-cognitivo-reflexivo) sólo se podrían llevar a cabo en las áreas corticales más modernas ubicadas en la zona cortical frontal prefrontal.
Esta consideración situaría el Sistema 2 como una estructura exclusivamente propia de los animales superiores, surgido evolutivamente como complemento al Sistema 1.

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Publicado por https://psicologiaymente.net/


domingo, 18 de março de 2018

Marielle Franco

The Conquest of Rights, the Murder of Marielle Franco and Latin America

By Ivonaldo Leite

Many times, the person who is labeled as an outsider may have a different view of the matter. He/she may not accept the rule by which he/she is being judged and may not regard those who judge. Probably, the story of Marielle Franco, the Brazilian human rights activist who was murdered in Rio de Janeiro, is like this.
But it is also a story that has been repeated in several countries of Latin America. A lot of people have been persecuted and killed in this region just because they defend their rights. For example, the deaths of peasants and young people demonstrate a typical situation of societal fascism in some parts of Latin America.
As the sociologist Boaventura Santos has pointed out, societal fascism is a set of social processes by which large population bodies are irreversibly kept outside or thrown out of any kind of social contract. They are rejected, excluded and thrown into a kind of Hobbesian state of nature, either because they have never been part of any social contract and probably never will; or because they have been excluded or thrown out of whatever social contract they had been part of before.
As a societal regime, fascism manifests itself as the collapse of the most trivial expectations of the people living under it, and it promotes actions of savagery on a growing scale. From a historical-sociological point of view, what we call society is a bundle of stabilized expectations from the subway schedule to the salary at the end of the month or employment at the end of a college education. Expectations are stabilized by a set of shared scales and equivalences: for given work a given pay, for given risk a given insurance. The people that live under societal fascism are deprived of shared scales and equivalences and therefore of stabilized expectations. They live in a constant chaos of expectations in which the most trivial acts may be met with the most dramatic consequences. As Polanyi predicted several years ago, one possible future is, unfortunately, the spread of societal fascism. In regards to this, it is very revealing that the President of a country like the United States supports the idea of providing weapons to schools and considers immigrants to be inferior people.
In the past, fascism was a political regime; the state itself became fascist. Actually, it’s different, now social relations may become so; the danger is the rise of fascism as a societal regime.
The story of Marielle Franco and other women who have been murdered, as well as the history of young people and peasants who have had the same destiny, shows the big risk of claiming rights and citizenship in many regions of Latin America. It is a risk produced by several factors; but, in recent times, societal fascism and external interference in countries of the region have generated an increase of levels of social instability in Latin American nations. The perception of external interference in the region is not the outcome of any conspiracy theory. On the contrary, it is the result of the finding of a concrete fact in the context of the global geopolitical dispute involving Latin America. In this way, there are pieces of evidence that allow an objective analysis to reject the idea of mere coincidence in many political and economic events in these times.
In 1891, José Martí published an essay called Nuestra América (‘Our America’). For Martí, Nuestra América is at the antipodes of Anglo-Saxon America. It is the America mestiza. He affirmed: “There is no race hatred because there are no races”. This sentence anticipates the idea that “Latin America is a small humankind, a miniature humankind.” In 1928, Brazilian poet Oswald de Andrade published his Anthropophagous Manifesto, and emphasized: “Only what is not mine interests me. The human adventure. Earthly finality”.
The “contextualized cosmopolitanism” of such thoughts, as a historical expression of Latin American identity, is the bearer of hope for the conquest of rights and, at the same time, it is the guardian of the memory of the many Marielle Franco's. The achievement of rights (and their maintenance) is the most important political task of the next decades in Latin America.


sexta-feira, 16 de março de 2018

Compulsiones y comportamientos adictivos



Según Kathryn Cunningham, director de “Center for Addiction Research at the University of Texas Medical Branch (UTMB)”, de Galveston, mucha gente ha probado drogas en algún momento de sus vidas, pero sólo un pequeño porcentaje puede considerarse como adicta. Entre un 15 y un 20% de los consumidores de alcohol se vuelven adictos, mientras que el porcentaje es más bajo, entre 7 a 10%, entre los consumidores de estupefacientes.

¿Cuál es la diferencia entre un usuario casual y un adicto?
¿Cómo saber cuándo se trata de una adicción o de un hábito?

Según Cunningham, algunas señales de advertencia son:
- Cuando aparecen las quejas de familiares y amigos por el uso de drogas o alcohol;
- Cuando comienzan los problemas en el trabajo;
- Necesidad de tomar más alcohol o consumir más cantidad de droga para lograr los mismos efectos. 

Adicción al sexo
El sexo es natural, es sano, es lo mejor, pero cuando comienza a interferir en las tareas cotidianas a tal punto de que se convierte en una obsesión, entonces es que algo anda mal. Los adictos al sexo, tienen una compulsión por tener sexo una y otra vez y no pueden parar aunque ello les traiga aparejadas consecuencias negativas. Algunos ejemplos de ello, pueden ser: preferir el sexo virtual, navegar por páginas porno en Internet, en lugar del sexo real con una pareja; relaciones sexuales que pueden poner en riesgo la salud, entre otras.

Trastornos alimenticios
Entre los trastornos alimenticios más peligrosos para la salud, se encuentran la bulimia y la anorexia. Factores de riesgo para ellos son: Baja autoestima, ansiedad, depresión, así como la presión social en gran medida ejercida desde de los medios de comunicación que fomentan la cultura de la delgadez.

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LA ADICIÓN DE NUESTRA ÉPOCA

Por Javier Sánchez García

Intensificar artificialmente el placer sexual mediante cocaína, estimulantes como el éxtasis y de otros tóxicos como los Popper, ha generado en los últimos años adicciones mixtas (tóxico-sociales) de marcada gravedad y difícil tratamiento.
La inmensa mayoría de consumidores de cocaína y alcohol inicialmente limitan sus consumos adictivos a ambientes lúdicos y de sus encuentros sexuales o sociales. Hoy sabemos que tanto la conducta sexual (y social) como el consumo de diversas drogas se graban en nuestra química cerebral mediante la liberación de dopamina.
Esta liberación de dopamina se creía que producía el placer. La investigación más reciente ha probado que no es así. La función más esencial de la dopamina es detectar, grabar y repetir conductas necesarias para la supervivencia del individuo o de la especie (alimentación, hidratación, descarga sexual, contacto social).
Por desgracia, sustancias muy distintas pueden producir la misma reacción. Cocaína, heroína, nicotina o alcohol riegan de dopamina zonas de nuestro cerebro que forman el sistema de neuronas denominado circuito de recompensa.
Complicando aún más las cosas, algunas conductas sociales y de juego también producen dopamina en este circuito de recompensa. Entre las sociales se cuentan interacciones grupales de carácter excitante para el protagonista (una conferencia, una obra teatral, un concierto multitudinario, un encuentro deportivo mediático).
En la línea lúdica, existen actividades “solitarias” mediadas por máquinas que nos exponen a una súbita descarga emocional (tragaperras, videojuegos, chats por ordenador, deportes de riesgo o extenuantes). También este tipo de experiencias quedan registradas en nuestro circuito de recompensa mediante dopamina.
Nuestras neuronas menos sofisticadas no distinguen las reacciones químicas causadas por estímulos naturales de todas las debidas a drogas o conductas de riesgo. Una vez hemos contactado suficientes veces con el alcohol, la cocaína o la nicotina, el deporte de riesgo o una relación sexual, nuestro circuito de recompensa considera tan absurdo dejar esas sustancias o conductas adictivas como lo sería dejar de comer o de ingerir agua.
La vulnerabilidad de este sistema es individual y genética, pero la capacidad de las sustancias y conductas adictivas de producir dopamina es universal y muy superior a la de los estímulos saludables. Por economía básica cuando se consolida la adicción, se desechan “segundos platos” como la alimentación o el autocuidado.  Debido a que “la dopamina llama a dopamina” gatillos como la copa después de la comida, el encuentro sexual, la quedada con los amigos disparan el deseo imperioso de consumo de sustancias (nicotina, cocaína, más alcohol) o el ansia por conductas arriesgadas, cerrando el círculo vicioso de la adicción.
¿Significa esta espada de Damocles sólo una amenaza? Antes al contrario, permite entender cómo paliar el deseo de consumo o conductas adictivas cuando se intentan interrumpir. Una nutrición no hipercalórica ante el aumento del apetito al dejar el tabaco, compensar con comidas dulces o chocolate el alcohol o la cocaína que se quiere abandonar, o potenciar el reencuentro social o la práctica de ejercicio físico pueden ayudar a engañar a nuestro circuito de recompensa durante las primeras fases de la abstinencia.


sábado, 10 de março de 2018

Eduardo Galeano, los fragmentos de la Historia y el dolor de la nostalgia del tiempo



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Por Camila Builes 

En Montevideo no se fuma en los bares. No se fuma. La falta de tabaco fue fundamental en la historia de la literatura uruguaya. Fue en un momento, durante una prohibición de tabaco en el país, en el que Juan Carlos Onetti –fumador empedernido– escribió en dos días de inspiración febril el texto que funda la literatura uruguaya moderna: El pozo. La novela, publicada en 1939, es la historia de Eladio Linacero, un hombre que se dedica a escribir un largo sueño. Una historia sórdida que se convierte en el primer vestigio del universo Onetti. Las primeras palabras de El pozo fueron escritas en un café de Montevideo, en la calle Ituzaingó, en la esquina 25 de mayo.
Café Brasilero abrió sus puertas en el año 1877. Fue fundado por los señores Correa y Pimentel. Es el café más antiguo de la ciudad y el primero en ser declarado de interés cultural por la Intendencia Municipal de Montevideo. Cuando Onetti comenzó a escribir El pozo lo único que tomaba era café, sin azúcar y cargado. Tenía tres plumas y un solo cuaderno. “Cuentan que Onetti rayaba las mesas del lugar porque se quedaba sin papel, luego volvía y pasaba todo lo que había escrito sobre la madera. Borraba las palabras con un aceite y luego, como ya estaba cansado de pintar y pintar, le dijo al dueño que le vendiera esa mesa para poder rayarla cuando quisiera”, dijo Santiago Gómez Oribe, el dueño del café.
El sitio, que ha recibido a personajes como Mario Benedetti, Idea Vilariño, Juan Carlos Onetti y José Enrique Rodó, tuvo un visitante por más de veinte años: Eduardo Galeano.
“El último café de los mohicanos, el que sobrevivió al arma fatal del progreso, porque los demás quedaron arrasados, convertidos en porquerías de plástico”, dijo en una entrevista mientras entraba al café.
Siempre se sentaba en la misma mesa: en la ventana con vista a la esquina. Pedía un café con leche y unas media lunas. Se quedaba ahí sentado por horas, mirando por la ventana y sonriendo; luego, cuando la luz moría detrás de los edificios, sacaba el periódico de una maleta gris que cargaba y comenzaba a leer de atrás hacia adelante.
Café Brasilero es un lugar de los tiempos en los que había tiempo para perder el tiempo. Todas las mesas de madera, con sus sillas cafés enganchadas a las patas. Al fondo un espejo gigante donde se reflejan las botellas de la estantería: tequila, vino, mezcal y vodka. Algunas tienen las etiquetas manchadas y amarillas; las otras son de marcas nuevas, botellas reconocibles. El sitio es un híbrido entre la nostalgia del pasado y la diversidad del presente.
“¿Te querés sentar en esta mesa o en una más pequeña?”, me pregunta la mesera, que tiene un ojo azul y otro negro. La voz tiene un dejo de tristeza; luego me dice que la lluvia la pone melancólica, que Montevideo en invierno es como un amor que duele. Y yo le creo, le creo porque siento lo mismo. Le digo que sí, que quiero esa mesa en especial: la que está en la ventana con vista a la esquina.
En el lado que da a la pared, entre la pata y el mesón, hay una e y una g marcadas por algo que debió haber sido una navaja. Miro por la ventana y lo que hay es un edificio de una arquitectura colonial, con una fachada verde y un aviso de proporciones extravagantes, con la palabra SALE, en mayúsculas, en rojo. Toda la calle está minada de tiendas de ropa o de antigüedades que están en descuentos.
Detrás de mí hay un cuadro que parece contener lo que son los tesoros del lugar: tres granos de café, dos pedacitos de tela azules, una tira de terciopelo y un papel doblado en un número indescifrable. “Esos son objetos están desde la fundación del café”. Santiago Gómez Oribe se sienta justo frente a mí, en la silla que quedaba libre, se queda callado mientras mira por la ventana. Vuelve: “es un lugar bello este, ¿no? Hay cualquier posibilidad de que uno se crea escritor estando acá y más aún en la mesa en la que todos los miércoles se sentaba el gran Galeano, mi gran Galeano. ¿Ves esa foto de allá?”, me señala con el índice, un dedo que me sorprende por lo largo y lo blanco, una foto de Eduardo Galeano a la entrada del café. El escritor tenía que agacharse un poco para entrar en la imagen, tenía unos jeans azules y una camisa azul oscura. tenía 35 años. “Cuánto me hubiera gustado conocerlo en esa época”. “No te quejes, al menos lo conociste”, me mira con risa, como con burla y continúa: “Sí, no puedo quejarme. Cuando era invierno, como ahora, él venía, se sentaba y me gritaba para que saliera: “Oye, monaco, vení contame cosas de jóvenes”, y yo me sentaba acá, en esta misma silla, al frente de él, y le pedía consejo de cómo terminarle a mi novia o qué cosas le debía meter al café para bancarlo. Para que fuera mejor de lo que es”.
Una mujer que está detrás del mostrador llama a Gómez Oribe porque un japonés no sabe como pagar con su tarjeta de crédito. En el salón hay cincuenta mesas. Veinte ocupadas, quince por turistas. Algunos se paran a tomarle fotos a las fotos de Galeano que cuelgan en las paredes.
Fotos de fotos, como un museo. Algunos poemas de Benedetti también alfombran los muros. Imágenes de Enrique Estrázulas e Ignacio Suárez, láminas de estilo Art Nouveau, recortes de diarios e imágenes de Carlos Gardel: la historia de una generación detenida en el tiempo y en un espacio.
Se nota cuando el que cruza la puerta es forastero. La rapidez con la que mira la carta, los ademanes para llamar a los meseros. Todo con apuro, con afán: un mapa debajo del brazo con círculos rojos en museos y edificios importantes. “Tenemos que verlo todo”. La prisa es humana y explicable. Hay una necesidad de que nosotros cambiemos en una visita que dura tres días en una ciudad que se ha demorado siglos en formarse. Pero para poder meterte en la realidad y querer cambiarla hay que entenderla como es. La realidad es así, no es algo que ocurre en quince minutos.
Regresa el dueño del sitio. “Cuando Galeano lanzó Espejos (2008, Siglo XXI), lo hizo acá. Sabía que no le entraban al sitio más de setenta personas y sabía que vendrían muchos desde lejos. No le importó. Lo único que quería era presentarlo en su casa pública: este café”.
Cuando Gómez Oribe cuenta las anécdotas del escritor en el café, lo hace con orgullo. Como el historiador de algo maravilloso. La voz, ese sonido que a veces se le vuelve agudo y parece atrapado en la garganta, la proyecta hasta el fondo del lugar. Usa las palabras que los grandes académicos usan para referirse a sus grandes universidades. Y recordé algo que leí de Galeano: “A los cafés de Montevideo les debo todo, porque yo no tuve educación formal, ni siquiera primero de liceo. En los cafés aprendí el arte de vivir y el oficio de narrar”.
Y pienso en lo que creemos es la historia, esos monumentales hechos, grandes episodios: la Toma del Palacio de Invierno, las guerras mundiales… pero la grandeza humana está en las cosas chiquitas, que se hacen cotidianamente, día a día, las que hacen los anónimos sin saber que las hacen. Como un chico de catorce años dibujando para un semanario socialista. Un chico que luego sería un viejo aclamado.
“A veces, en las charlas, me preguntan por mi héroe preferido y la última vez, en lugar de decir héroes de bronce y mármol, dije que es el taxista que me llevó la noche anterior a mi casa”, dijo Eduardo Galeano.
Me quedé hasta que cerraron el café, a las diez de la noche. Cuando iba saliendo, Santiago Gómez se abalanzó sobre mí como un monstruo. Me abrazó y de despedida me dijo que los héroes nacieron donde nacimos nosotros. Y creo que sí. Lo espero.

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Publicado por El Espectadorhttps://www.elespectador.com/noticias/cultura/cafe-brasilero-y-eduardo-galeano-una-historia-de-tiempo-articulo-646507.  


quarta-feira, 7 de março de 2018

Clemente Estable, ciencia y educación



Por Jorge Liberati

ENFOQUE. Si bien una innovación pedagógica, o de cualquier otra naturaleza, obliga a investigar sus antecedentes históricos y la base teórica que gobierna sus proposiciones, el camino inverso resulta igualmente productivo. Se trata de partir de la teoría, desde un punto de vista general, y buscar luego cómo el objeto de estudio se acomoda a ella, escapa, modifica o, en fin, contribuye a refrescarla y enriquecerla, como es el caso del llamado “Plan Estable”. Es útil a los efectos de instalar la importante novedad que entraña en un marco apropiado, técnico e histórico, ayudando a evitar errores y omisiones tanto como ponderaciones exageradas. Merece la consideración más precisa, desde que, si bien está inspirado en el marco teórico de la pedagogía de su tiempo, representa una verdadera innovación y un regalo para la docencia, desde el punto de vista científico tanto como desde el de los valores humanos más elevados.

ESCUELA ACTIVA. En las primeras décadas del siglo XX se ponen en práctica varios planes escolares en escuelas de Europa y Estados Unidos, y aquí en el Uruguay, inspirados en una fuente común: la pedagogía del filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey (1859-1952). Para este hombre sólo la educación es capaz de llevar al individuo y a la sociedad a su máximo desarrollo, para lo que es imprescindible un diálogo altruista entre expertos en pedagogía y administradores de la educación formal y pública. En 1897 publicó Mi credo pedagógico, y en 1902 El niño y el programa escolar, libros en lo que están contenidas algunas ideas básicas que fueron suficientes para inspirar experiencias valiosísimas. Algunas de sus repercusiones fueron la escuela del trabajo de Kerschesteiner, la escuela a la medida de Claparède, la escuela activade Ferrière, el trabajo colectivo libre de Cousinet, los “ambientes” pedagógico de la maestra Montessori, el método de los proyectos de Kilpatrik, los famosos centros de interés del doctor Decroly, que influirán grandemente en las meditaciones de Estable, y las experiencias del mismo profesor Dewey como maestro de una escuela de campaña.
Este movimiento adquiere la denominación genérica de Escuela activa, quizá respondiendo a su aspiración por liberar al niño de una situación por demás pasiva: la del recipiente en el que se vuelca un contenido de información extraña y distante. Suelen mencionarse algunas de sus ideas o postulados fundamentales. El niño no es un hombre pequeño: existe una psicología propia de la infancia, que hay que estudiar y tener en cuenta. La enseñanza no puede ser proyectada desde las disciplinas del hombre, desde las ciencias, las artes, la historia, la ética, etcétera, sino desde los grandes centros de interés del niño. Dice Dewey en Mi credo pedagógico: “El verdadero centro de correlación de las materias escolares no es la ciencia, ni la literatura, ni la historia, ni la geografía sino las propias actividades sociales del niño”. Así, pues, la formación del niño no puede desarrollarse desde lo externo hacia lo interior sino desde “adentro hacia afuera”, es decir, incorporando el conocimiento a partir de la vida mental ya existente. La pedagogía debe significar la reconstrucción de la experiencia infantil por parte de los planes de enseñanza. No puede, tampoco, partir de lo superior para ir a lo inferior, desde el conocimiento sistemático hacia la base en formación, en trámite de adquirir las capacidades psicológicas superiores; de esta manera, debe ir “de abajo arriba”. El desarrollo mental no puede prosperar en abstracto y debe responder a las necesidades de la vida. Debe también desplegarse en vistas de integrar al niño a la colectividad.

TEORÍA URUGUAYA. Pero el marco teórico desde el cual debe examinarse a Estable incluye otras vertientes. En Uruguay tiene gran repercusión un libro de José Enrique Rodó de 1909, Motivos de Proteo, portador de una verdadera teoría acerca del desarrollo de la personalidad que, si bien es meditada desde lo ético y axiológico, contiene una pintura completa del drama de la vida humana. En 1918, además, se conocen las ideas pedagógicas de Carlos Vaz Ferreira, con involucramiento directo en la pedagogía y en los planes de enseñanza. El mayor filósofo uruguayo distingue la complementación posible entre dos procedimientos pedagógicos: la penetración y el escalonamiento, uno de carácter indiviso, en el que interviene el instinto (que llamaba “empírico”), y otro de carácter gradual, en el que se procede por etapas desde lo más sencillo a lo más complejo. Las ideas de quienes resultaron sus verdaderos maestros están claramente presentes en Clemente Estable. En 1925 las autoridades uruguayas autorizan una experimentación pedagógica en las escuelas de Malvín, Progreso y Las Piedras, en las que participan el mismo Estable, junto a los maestros Sabas Olaizola y Otto Niemann. Allí se aplicarán las ideas de la Escuela activa.

CIENCIA EXPERIMENTAL. Conociendo el interés de Estable por la obra del célebre neurólogo español Santiago Ramón y Cajal, el médico de su madre logró que se le otorgara una beca para estudiar con él en España. Pues bien, aquí radica otro marco teórico decisivo, este de carácter científico, que se refleja en el Plan Estable de manera especular. Porque la teoría de la neurona se convirtió en uno de los focos fundamentales de las investigaciones de Estable, por lo que llegó a perfeccionar las técnicas de observación (famosas dado que, además, encontraba una simiente estética en las preparaciones para el microscopio). Tiene un fuerte reflejo en la pedagogía el descubrimiento de las conexiones interneuronales, desde que sugerían la posibilidad de influir en ellas mediante la acción educativa. Venía a comprobarse la posibilidad de intervenir pedagógicamente en el perfeccionamiento de las aptitudes psíquicas. A fines del siglo XIX, además, se produjeron otros importantes avances de orden psicológico a raíz de las experimentaciones que llevaron a la teoría del reflejo condicionado, de Iván Pavlov, así como la noción de estimulación provocada, lo cual al fin desembocará, en la segunda mitad del siglo XX, en el desarrollo de la etología, de las ciencias del comportamiento y de la información humana.

APORTE DE ESTABLE. La idea basilar de Dewey, incorporar al niño como tal al plan de estudio, en Estable está de algún modo perfeccionada. El hecho de que la pedagogía debe atender el mundo del niño, la esfera en la cual él resulta el centro de la cognición, conduce a la concepción según la cual el trabajo en clase debe respetar siempre la causa y no la consecuencia (pedagogía causal). Más que la causa, en sentido estricto, interesaba a Estable el principio de las cosas, es decir, el arranque por el principio que está en el niño, y no por el final que constituye el saber adulto; no de adelante hacia atrás o de arriba hacia abajo, como puede aceptarse en la educación superior (que incursiona por disciplinas, teorías y áreas del saber), sino de atrás hacia adelante. Si el niño concurre a la escuela para incorporar el conocimiento, no es oportuno presentársele ese conocimiento en su forma ya elaborada. Debe inducírsele a que él lo elabore a partir de lo que ya posee por experiencia propia, que es copiosa. Eso requiere una modificación sustancial en los procedimientos pedagógicos.
            Concibe, pues, la manera de guiar al maestro según un orden temático estructurado por una lógica que responde a los intereses del niño. No estructurado en base a contenidos, grandes títulos, temas y subtemas con los que habitualmente se confeccionan los programas (inspirados en la que llamaba “pedagogía de presión normativa”). Si bien esos títulos reflejan las clasificaciones del conocimiento sistemático, no contemplan el punto de vista infantil, psicológica y lógicamente diferente. Esto muestra lo metodológico incluido en el plan, es decir, la modulación por la cual el maestro cuenta con la posibilidad de ajustar su trabajo a los requerimientos mentales y circunstanciales del alumno. De modo que el original orden del Plan Estable asimila y lleva a la práctica, quizá por primera vez en forma organizada, las nociones teóricas que flotaban en el ambiente y que provenían de Dewey y Decroly, y de los descubrimientos de la neurología, pero también de Vaz Ferreira y de la psicología de su tiempo.

EPISTEMOLOGÍA DEL PLAN ESTABLE. La estrategia de Estable, además de brindar un Plan para cualquier escuela posible, pública o privada, marginal o céntrica, pobre o rica, urbana o rural, por su naturaleza esencialmente lógica, o que puede explicarse mediante lógica, es susceptible de modificarse de acuerdo a las características del caso, de los conocimientos, de los maestros, de los discípulos. La psicología del niño responde a resortes y pulsiones que, en su desarrollo, responden de manera esperable, es decir, lógica, como la del adulto, por lo cual se puede planificar siempre. De esta manera, Estable indicó cómo se podía encarar la fenomenología, dejando para cada cual el orden de realidad reinante. En esto es creador de un método que, hasta entonces, descansaba en la intuición del docente o, en la mejor de las performances, en una racionalidad mecánica, deductiva y normativa, insensible en cuanto a las posibilidades psicológicas de la infancia.
            Puso las mejores miras en la formación de la personalidad, como José E. Rodó. Para Estable se trataba de la principal vocación y a la cual debía dispensarse el mayor esfuerzo pedagógico. De allí que su Plan no estimule ninguna especialización y que su orientación se exprese en el sentido de la formación integral. Esta formación integral, empero, fue concebida para consagrarse en la mente del niño, no en el programa multidisciplinario ni en la cantidad de profesores o de actividades extracurriculares, como hoy se cree. La integración se efectúa en el niño, en la aprehensión y comprensión de aquello que le ofrece la escuela y la vida. Tal fue el cuidado que puso el maestro en su planificación que se abstuvo de sugerir directrices de ningún tipo, vocacionales, ideológicas, filosóficas o religiosas. Impregnó su creación con cierta incredulidad, propia del científico, con lo que puso un poderoso freno a toda intención de usurpar la moral y los valores valiéndose de la acción educativa como forma de adiestramiento utilitario o enajenante.
           Debería hablarse, finalmente, de la suerte corrida por el Plan Estable, que fue autorizado por fin en el año 1939, aplicado merced al esfuerzo re-creador de algunas maestras vocacionales, a quienes, pese a su inteligente y esmerada acción, no se prestó asistencia de ningún tipo (aunque, al menos, tuvieron el permiso para llevarlo a la práctica) ni se les aplicó ninguna evaluación. El fuerte impacto que produjo, así como el aliento posterior de quienes como niños fueron sus beneficiarios, tampoco pudo impedir su lenta y paulatina evaporación del perfil curricular. Debe declararse con tristeza que hoy día, después de casi ochenta años, impera en las escuelas un clima de desolación pedagógica similar o peor al que reinaba antes del Plan Estable. No ha entrado la ciencia en la Escuela. Tampoco ningún reflejo de las varias y novísimas experiencias pedagógicas posteriores al maestro Estable, algunas inspiradas por su plan renovador y formador del ser humano.

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