Por
M.H. de Meijere
La
verdad, argumenta Savater, tiene adversarios de varios tipos: hay por ejemplo
quienes dicen que la verdad es una construcción social que, sujeto al poder y
al discurso predominante, cambia cuando éstos cambian de mano; otros apoyan la
opinión que no tenemos las medidas como para jamás decir algo razonable sobre
lo que es la verdad. Pero estos argumentos sólo valen si el punto de partido es
una Verdad Absoluta. Savater se opone a ellos, explicando la noción de verdad
como una posición: ‘la verdad es
siempre verdad aquí y ahora, respecto a algo’, y añade que el que una supuesta
verdad puede resultar equivocada no quiere decir que ‘la pretensión de verdad sea
siempre infundada’; todo lo contrario: ‘la posibilidad misma de equivocarnos
implica también que es posible acertar: si nada fuese verdad, tampoco nada
podría ser falso.
Lo
verdadero, según Savater, es lo real; es decir, lo que coincide o corresponde
con la realidad. Eso implica que, para poder hablar sobre ‘elegir la verdad’,
hay que aceptar ‘algún tipo de realidad objetiva’, lo cual no quiere decir que
sólo haya una. Al contrario, como existen realidades distintas, hay varios
‘campos de verdad’. Algunos de estos son muy estrechos, como por ejemplo el
campo de verdad de los datos históricos, los hechos físicos, cuyas ocurrencias
pueden verificarse. ‘Lope de Vega nació en Madrid en 1562’ es un ejemplo de esa categoría. Lo verdadero
de hechos de este tipo es casi indudable. Un poco más impreciso ya es el campo
de verdad a que pertenecen frases como: ‘Lope de Vega es el autor de Fuenteovejuna’. Aquí hace falta un
consenso sobre lo que significa (o significaba en sus días) ‘ser autor’; sin
embargo, también en este caso podemos satisfacer el campo de verdad con
bastante nitidez. Un tercer campo que menciona Savater es el de las emociones y
opiniones. La frase ‘Lope de Vega es el mejor dramaturgo de su época en España’
puede o no puede ser verdad, pero incluso en casos como éste, un dictamen puede
resultar ‘verosímil o inverosímil’. Podemos, entonces siempre acercarnos a una
verdad, aunque sea optando por lo que menos falso nos resulta. A Savater le
molesta y hasta indigna el interés por los fenómenos paranormales que
últimamente rellenan la pantalla a base diario. No entiende la necesidad de
buscar milagros, lo sobrenormal y el rechazo de la física que estos fenómenos
implican, cuando, como dice él, el mundo tal como es ‘debería bastar para
mantener activo, asombrado y curiosa el espíritu cuerdo’.
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Fonte: M.H. de Meijere 'Leciones en la de vivir: La
ética de Fernando Savater refractada por sus obras juveniles A rienda suelta y El gran
laberinto - Universiteit Utrecht.