Por Facundo Manes
(Neurocientífico)
Cuando la peste del insomnio asoló Macondo, el mítico
paraje de Cien años de soledad, todos fueron perdiendo poco a poco la
memoria. Pero ¿cuáles fueron aquellos recuerdos que fueron olvidando? Esto
alude a uno de los aspectos más fascinantes de los estudios sobre el cerebro
humano: la memoria.
Según ha probado la neurociencia, la memoria no es algo unitario, sino que existen sistemas de memorias específicos, distintos y relativamente independientes entre sí. Estos sistemas pueden identificarse no solamente con base en sus diferencias funcionales, sino también desde sus circuitos y conexiones cerebrales. Uno de estos sistemas es el que se denomina “memoria semántica” y hace referencia al conocimiento sobre el significado de las cosas (por ejemplo, que la capital de Francia es París). Ésta se diferencia drásticamente de otros tipos de memoria, como la episódica, que recuerda los hechos vividos.
Según ha probado la neurociencia, la memoria no es algo unitario, sino que existen sistemas de memorias específicos, distintos y relativamente independientes entre sí. Estos sistemas pueden identificarse no solamente con base en sus diferencias funcionales, sino también desde sus circuitos y conexiones cerebrales. Uno de estos sistemas es el que se denomina “memoria semántica” y hace referencia al conocimiento sobre el significado de las cosas (por ejemplo, que la capital de Francia es París). Ésta se diferencia drásticamente de otros tipos de memoria, como la episódica, que recuerda los hechos vividos.
El ser humano se encuentra inmerso en un universo de
palabras, conceptos, ideas y símbolos. Por ello, nuestro cerebro debe poder
organizar la información, para que podamos acceder a ella de manera ordenada,
efectiva y casi automática a partir de los diversos estímulos. Para ello, el
cerebro almacena el conocimiento conceptual en los circuitos de la “memoria
semántica”, a la cual recurre permanentemente para recuperar el significado de
las palabras, los objetos y el conocimiento del mundo en general. La memoria
semántica contiene información según sus propiedades perceptuales, funcionales,
abstractas y asociativas, entre otras. Por ejemplo, un perro es un mamífero,
tiene cuatro patas, ladra, es peludo y doméstico. De esta forma, somos capaces
de distinguir un perro de un gato.
Esta memoria también nos
permite comprender que un labrador y un pequinés pertenecen ambos a la
categoría “perros”, aunque sean tan distintos.
En una condición neurológica denominada demencia semántica, este tipo de
memoria se afecta de manera específica, aun cuando otras memorias u otras
habilidades cognitivas se mantengan preservadas.
Allí es cuando se vuelve tan evidente el rol crucial
que cumple este sistema de categorías en nuestro cerebro: la información
almacenada se va perdiendo gradualmente. En los estadios iniciales de esta
condición, el paciente podrá distinguir una silla de una manzana, pero tendrá
grandes dificultades para entender que una manzana es distinta a un durazno,
pues ambos están dentro de la categoría “frutas” y las subcategorías que permitirían distinguirlas se han vuelto
inaccesibles. En otros casos más avanzados, los pacientes pueden hacer cálculos matemáticos, pero no saben qué es un
número. Esta condición afecta conocimientos tanto verbales como
no-verbales. Una muestra de esto es que si a un paciente con afectación
semántica se le muestran tres dibujos (arena, computadora y palmera) y se le pide que señale los dos dibujos que
están relacionados (arena y palmera), éste no lo podrá hacer, aunque esta tarea
no requiera lenguaje.
Este complejo sistema había comprendido Aureliano
Buendía, uno de los personajes principales de la célebre novela de García
Márquez, cuando intentó paliar de alguna manera la peste que llevaba al
inexorable olvido semántico. Lo que hizo, entonces, fue marcar con un hisopo entintado cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj,
etc.; y, luego fue más explícito, y sobre el cuero de la vaca colgó el letrero
que decía: “Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que
produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer
café con leche”. Así pretendió apuntalar
la memoria semántica, uno de los sistemas de la memoria humana, y
capturar al menos por un tiempo estos significados que se le habían vuelto
escurridizos.
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Publicado por https://www.clarin.com/opinion/Todas-memorias-guarda-cerebro_0_S1OWJW0oP7x.html