Por Jorge Liberati
ENFOQUE. Si bien una innovación pedagógica, o de cualquier otra
naturaleza, obliga a investigar sus antecedentes históricos y la base teórica
que gobierna sus proposiciones, el camino inverso resulta igualmente
productivo. Se trata de partir de la teoría, desde un punto de vista general, y
buscar luego cómo el objeto de estudio se acomoda a ella, escapa, modifica o,
en fin, contribuye a refrescarla y enriquecerla, como es el caso del llamado
“Plan Estable”. Es útil a los efectos de instalar la importante novedad que
entraña en un marco apropiado, técnico e histórico, ayudando a evitar errores y
omisiones tanto como ponderaciones exageradas. Merece la consideración más
precisa, desde que, si bien está inspirado en el marco teórico de la pedagogía
de su tiempo, representa una verdadera innovación y un regalo para la docencia,
desde el punto de vista científico tanto como desde el de los valores humanos
más elevados.
ESCUELA ACTIVA. En las primeras décadas del siglo XX se ponen en
práctica varios planes escolares en escuelas de Europa y Estados Unidos, y aquí
en el Uruguay, inspirados en una fuente común: la pedagogía del filósofo y
pedagogo estadounidense John Dewey (1859-1952). Para este hombre sólo la
educación es capaz de llevar al individuo y a la sociedad a su máximo
desarrollo, para lo que es imprescindible un diálogo altruista entre expertos
en pedagogía y administradores de la educación formal y pública. En 1897
publicó Mi credo pedagógico, y en 1902 El niño y el
programa escolar, libros en lo que están contenidas algunas ideas básicas
que fueron suficientes para inspirar experiencias valiosísimas. Algunas de sus
repercusiones fueron la escuela del trabajo de Kerschesteiner, la escuela a la
medida de Claparède, la escuela activade Ferrière, el trabajo colectivo
libre de Cousinet, los “ambientes” pedagógico de la maestra Montessori, el
método de los proyectos de Kilpatrik, los famosos centros de
interés del doctor Decroly, que influirán grandemente en las
meditaciones de Estable, y las experiencias del mismo profesor Dewey como
maestro de una escuela de campaña.
Este movimiento adquiere la denominación genérica
de Escuela activa, quizá respondiendo a su aspiración por liberar
al niño de una situación por demás pasiva: la del recipiente en el que se
vuelca un contenido de información extraña y distante. Suelen mencionarse
algunas de sus ideas o postulados fundamentales. El niño no es un hombre
pequeño: existe una psicología propia de la infancia, que hay que estudiar y
tener en cuenta. La enseñanza no puede ser proyectada desde las disciplinas del
hombre, desde las ciencias, las artes, la historia, la ética, etcétera, sino
desde los grandes centros de interés del niño. Dice Dewey en Mi credo
pedagógico: “El verdadero centro de correlación de las materias escolares
no es la ciencia, ni la literatura, ni la historia, ni la geografía sino las
propias actividades sociales del niño”. Así, pues, la formación del niño no
puede desarrollarse desde lo externo hacia lo interior sino desde “adentro
hacia afuera”, es decir, incorporando el conocimiento a partir de la vida
mental ya existente. La pedagogía debe significar la reconstrucción de
la experiencia infantil por parte de los planes de enseñanza. No puede,
tampoco, partir de lo superior para ir a lo inferior, desde el conocimiento
sistemático hacia la base en formación, en trámite de adquirir las capacidades
psicológicas superiores; de esta manera, debe ir “de abajo arriba”. El
desarrollo mental no puede prosperar en abstracto y debe responder a las
necesidades de la vida. Debe también desplegarse en vistas de integrar al niño
a la colectividad.
TEORÍA URUGUAYA. Pero el marco teórico desde el
cual debe examinarse a Estable incluye otras vertientes. En Uruguay tiene gran
repercusión un libro de José Enrique Rodó de 1909, Motivos de Proteo,
portador de una verdadera teoría acerca del desarrollo de la personalidad que,
si bien es meditada desde lo ético y axiológico, contiene una pintura completa
del drama de la vida humana. En 1918, además, se conocen las ideas pedagógicas
de Carlos Vaz Ferreira, con involucramiento directo en la pedagogía y en los
planes de enseñanza. El mayor filósofo uruguayo distingue la complementación
posible entre dos procedimientos pedagógicos: la penetración y el
escalonamiento, uno de carácter indiviso, en el que interviene el instinto (que
llamaba “empírico”), y otro de carácter gradual, en el que se procede por
etapas desde lo más sencillo a lo más complejo. Las ideas de quienes resultaron
sus verdaderos maestros están claramente presentes en Clemente Estable. En 1925
las autoridades uruguayas autorizan una experimentación pedagógica en las
escuelas de Malvín, Progreso y Las Piedras, en las que participan el mismo
Estable, junto a los maestros Sabas Olaizola y Otto Niemann. Allí se aplicarán
las ideas de la Escuela activa.
CIENCIA EXPERIMENTAL. Conociendo el interés de Estable por la obra del
célebre neurólogo español Santiago Ramón y Cajal, el médico de su madre logró
que se le otorgara una beca para estudiar con él en España. Pues bien, aquí radica
otro marco teórico decisivo, este de carácter científico, que se refleja en el
Plan Estable de manera especular. Porque la teoría de la neurona se convirtió
en uno de los focos fundamentales de las investigaciones de Estable, por lo que
llegó a perfeccionar las técnicas de observación (famosas dado que, además,
encontraba una simiente estética en las preparaciones para el microscopio).
Tiene un fuerte reflejo en la pedagogía el descubrimiento de las conexiones
interneuronales, desde que sugerían la posibilidad de influir en ellas mediante
la acción educativa. Venía a comprobarse la posibilidad de intervenir
pedagógicamente en el perfeccionamiento de las aptitudes psíquicas. A fines del
siglo XIX, además, se produjeron otros importantes avances de orden psicológico
a raíz de las experimentaciones que llevaron a la teoría del reflejo
condicionado, de Iván Pavlov, así como la noción de estimulación provocada, lo
cual al fin desembocará, en la segunda mitad del siglo XX, en el desarrollo de
la etología, de las ciencias del comportamiento y de la información humana.
APORTE DE ESTABLE. La idea basilar de Dewey, incorporar al niño como
tal al plan de estudio, en Estable está de algún modo perfeccionada. El hecho
de que la pedagogía debe atender el mundo del niño, la esfera en la cual él
resulta el centro de la cognición, conduce a la concepción según la cual el
trabajo en clase debe respetar siempre la causa y no la
consecuencia (pedagogía causal). Más que la causa, en sentido
estricto, interesaba a Estable el principio de las cosas, es decir, el arranque
por el principio que está en el niño, y no por el final que constituye el saber
adulto; no de adelante hacia atrás o de arriba hacia abajo, como puede
aceptarse en la educación superior (que incursiona por disciplinas, teorías y
áreas del saber), sino de atrás hacia adelante. Si el niño concurre a la
escuela para incorporar el conocimiento, no es oportuno presentársele ese
conocimiento en su forma ya elaborada. Debe inducírsele a que él lo elabore a
partir de lo que ya posee por experiencia propia, que es copiosa. Eso requiere
una modificación sustancial en los procedimientos pedagógicos.
Concibe, pues, la manera de guiar al maestro según un orden temático
estructurado por una lógica que responde a los intereses del niño. No
estructurado en base a contenidos, grandes títulos, temas y subtemas con los
que habitualmente se confeccionan los programas (inspirados en la que llamaba
“pedagogía de presión normativa”). Si bien esos títulos reflejan las clasificaciones
del conocimiento sistemático, no contemplan el punto de vista infantil,
psicológica y lógicamente diferente. Esto muestra lo metodológico incluido
en el plan, es decir, la modulación por la cual el maestro cuenta
con la posibilidad de ajustar su trabajo a los requerimientos mentales y
circunstanciales del alumno. De modo que el original orden del Plan Estable
asimila y lleva a la práctica, quizá por primera vez en forma organizada, las
nociones teóricas que flotaban en el ambiente y que provenían de Dewey y
Decroly, y de los descubrimientos de la neurología, pero también de Vaz
Ferreira y de la psicología de su tiempo.
EPISTEMOLOGÍA DEL PLAN ESTABLE. La estrategia de Estable, además de
brindar un Plan para cualquier escuela posible, pública o privada, marginal o
céntrica, pobre o rica, urbana o rural, por su naturaleza esencialmente lógica,
o que puede explicarse mediante lógica, es susceptible de modificarse de
acuerdo a las características del caso, de los conocimientos, de los maestros,
de los discípulos. La psicología del niño responde a resortes y pulsiones que,
en su desarrollo, responden de manera esperable, es decir, lógica, como la del
adulto, por lo cual se puede planificar siempre. De esta manera, Estable indicó
cómo se podía encarar la fenomenología, dejando para cada cual el orden de
realidad reinante. En esto es creador de un método que, hasta entonces,
descansaba en la intuición del docente o, en la mejor de las performances, en
una racionalidad mecánica, deductiva y normativa, insensible en cuanto a las
posibilidades psicológicas de la infancia.
Puso
las mejores miras en la formación de la personalidad, como José E. Rodó. Para
Estable se trataba de la principal vocación y a la cual debía dispensarse el
mayor esfuerzo pedagógico. De allí que su Plan no estimule ninguna
especialización y que su orientación se exprese en el sentido de la formación
integral. Esta formación integral, empero, fue concebida para consagrarse en la
mente del niño, no en el programa multidisciplinario ni en la cantidad de
profesores o de actividades extracurriculares, como hoy se cree. La integración
se efectúa en el niño, en la aprehensión y comprensión de aquello que le ofrece
la escuela y la vida. Tal fue el cuidado que puso el maestro en su planificación
que se abstuvo de sugerir directrices de ningún tipo, vocacionales,
ideológicas, filosóficas o religiosas. Impregnó su creación con cierta
incredulidad, propia del científico, con lo que puso un poderoso freno a toda
intención de usurpar la moral y los valores valiéndose de la acción educativa
como forma de adiestramiento utilitario o enajenante.
Debería hablarse, finalmente,
de la suerte corrida por el Plan Estable, que fue autorizado por fin en el año
1939, aplicado merced al esfuerzo re-creador de algunas maestras
vocacionales, a quienes, pese a su inteligente y esmerada acción, no se prestó
asistencia de ningún tipo (aunque, al menos, tuvieron el permiso para llevarlo
a la práctica) ni se les aplicó ninguna evaluación. El fuerte impacto que
produjo, así como el aliento posterior de quienes como niños fueron sus
beneficiarios, tampoco pudo impedir su lenta y paulatina evaporación del perfil
curricular. Debe declararse con tristeza que hoy día, después de casi ochenta
años, impera en las escuelas un clima de desolación pedagógica similar o peor
al que reinaba antes del Plan Estable. No ha entrado la ciencia en la Escuela.
Tampoco ningún reflejo de las varias y novísimas experiencias pedagógicas
posteriores al maestro Estable, algunas inspiradas por su plan renovador y
formador del ser humano.
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Publicado por http://jorgeliberati.blogspot.com.uy/.