segunda-feira, 5 de fevereiro de 2018

La séptima función del lenguaje


Resultado de imagen para La séptima función del lenguaje

Por Ramiro Quintana 

Las dos novelas publicadas por Laurent Binet (París, 1972) comparten un mismo señuelo: su asunto, nomás esbozado, resulta convocante. En HHhH, que salió en español en 2011, el autor se ocupaba del jerarca nazi Reinhard Heydrich, uno de los principales ideólogos del Holocausto, poniendo la lupa en la Operación Antropoide, es decir, el ataque del que la resistencia checa lo hizo objeto en mayo de 1942.
Ahora, en La séptima función del lenguaje, Binet toma como punto de partida la tarde del 25 de febrero de 1980 en que el crítico y teórico Roland Barthes, tras almorzar con el líder socialista François Mitterrand, es atropellado por una camioneta cuando cruzaba la rue des Écoles en dirección al Collège de France. El accidente no resulta fatal, pero aun así Barthes morirá, luego de pasar un mes internado en el hospital de la Pitié-Salpêtrière, víctima de complicaciones pulmonares.
Sin embargo, y he aquí el gancho de esta novela, Binet introduce desde el vamos la hipótesis de que a Barthes, en realidad, lo asesinaron. No es ésta, hay que decir, la primera vez que Barthes aparece como personaje en una novela ni será, vale aventurar, la última. Pero ahora vienen al caso dos de ellas: Mujeres (1983), de Phillipe Sollers, y Los samuráis (1990), de Julia Kristeva. Aunque fraseológicamente muy diferentes, estas novelas comparten, la una con la otra, un sesgo autobiográfico y crepuscular, y con La séptima función del lenguaje, un elenco conformado por la crema del estructuralismo y posestructuralismo, por los agitadores de la señera revista Tel Quel, por los representantes de lo que las universidades norteamericanas denominaron French Theory. Aparecen Jacques Lacan, Michel Foucault, Louis Althusser, Jacques Derrida, Gilles Deleuze y Tzvetan Todorov, entre muchos otros, y Binet, claro, no pierde oportunidad aquí de convertir también en personajes centrales a Sollers y a Kristeva. Cualquiera de los mencionados es sospechoso, en este policial con pretensiones semiológicas, de haber participado en la muerte de Barthes. Pero ¿por qué querían asesinar al autor de Fragmentos de un discurso amoroso? Para robarle un manuscrito de dos carillas en el que se formula la "séptima función del lenguaje", una función de carácter performativo, que "permite a quien la domina convencer a cualquiera de cualquier cosa en cualquier circunstancia". Tal función se suma, pues, a las seis funciones del lenguaje registradas por el lingüista Roman Jakobson. La motivación para quedarse con ese manuscrito es, tanto por parte de los políticos como de los intelectuales, obvia: la obtención de poder. Bien puede tratarse del sillón presidencial de Francia, bien de adueñarse del máximo título del Logos Club, asociación semisecreta en la que se dan cita intelectuales y políticos para enfrentarse en duelos retóricos.
Como todo relato policial, La séptima función del lenguaje también tiene sus investigadores. Suerte de Sherlock Holmes y Dr. Watson algo desangelados, aquí la dupla la conforman Jacques Bayard, un cerril comisario de policía que combatió en la guerra de Argelia, y Simon Herzog, un progresista profesor universitario con conocimientos en semiología. El itinerario investigativo los lleva a sitios variopintos: un sauna gay frecuentado por Foucault, la Drogheria Calzolari de Bolonia donde se encuentran con Umberto Eco, la Cornell University de Nueva York, en la que se celebra un congreso sobre el giro lingüístico.

--------------------
Publicado por La Nación - https://www.lanacion.com.ar/1998038-resena-la-septima-funcion-del-lenguaje-de-laurent-binnet