sexta-feira, 26 de outubro de 2012

A aventura surrealista: romantismo na contra-ordem


 Transformer le monde, a dit Marx;
Changer la vie, a dit Rimbaud;
Ces duex mots d'ordre n'en font qu'un.

 Estas são palavras de André Breton, expoente do surrealismo.  Nos tempos que correm, a introspecção, a busca de 'um silencio que inspira', trazem o surrealismo e o romantismo como alternativas, na contra-mão da massificação que anula o ser do indivíduo. Um bom texto a respeito desse 'revolucionar' pela arte, nas pegadas do percurso surrealista, pode ser lido aqui: http://www.intermidias.com/txt/ed9/mirian%20tavares_surrealismo.pdf. É da pena da Profa. Mirian Tavares, da Universidade do Algarve/Portugal. 
 
  
  

 

 
 
 

 

quinta-feira, 18 de outubro de 2012

Identidade dos professores: desventuras da formação, dilemas práticos


Vai e vem, o tema da identidade docente é posto sobre a mesa. Em geral, abordar identidade requer bastante tino analítico. Muito embora ainda se possa encontrar "concepções fechadas" sobre identidade, já está bastante repisado que a identidade é resultado de diversas socializações, e, portanto, as identidades pessoais, são a parte socializada da individualidade. Como sempre estamos a nos socializar, as identidades não são estanques - o que não implica negar a existência de um "núcleo agregador". Por outro lado, como realça Claude Dubar, a perda de laços de identidade "é sinônimo de alienação, sofrimento, angústia e morte". E as identidades profissionais? Mutatis mutantis, o raciocínio é similar. Já vai longe o tempo em que se entendia que a formação atribuía a 100 % a identidade profissional de alguém. É necessário considerar, com uma relevância acrescida, os contextos de trabalho. A incompreensão deste fato talvez seja um dos principais problemas na formação de professores (inicial e continuada), de resto, em determinados casos, tão tomada por um simplismo que mergulha no senso comum. Assim, vale a pena uma incursão no texto abaixo sobre a 'construção da identidade docente', do mexicano Victor Gerardo. 


CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DOCENTE

Su ausencia [de la identidad] atormenta, desasosiega; 
alcanzar la propia identidad es, en cambio, 
prenda de paz y seguridad interiores...
(Luis Villoro)


Víctor Gerardo Cárdenas González1
Introducción
El ejercicio de la profesión docente vive una situación que no deja de ser paradójica; existe un lento proceso de transformación en los ámbitos laboral, profesional, administrativo; una paulatina apertura a la cultura de la evaluación, un cambio en la significación social del ser maestro, el acceso a las nuevas tecnologías para sectores cada vez mayores de la población introduce también ciertos cambios respecto a la vinculación del maestro con el conocimiento. Sin embargo, hay un sentido muy importante en el que la profesión docente mantiene más bien continuidad y permanencia. Ciertas prácticas escolares parecen impermeables a los mencionados procesos de transformación; el manejo de la disciplina, la relación maestro-alumno, la organización general de la clase, el manejo intencional con ciertos fines socio-educativos de los patrones de interacción social; por mencionar sólo algunos.
Ambos procesos; transformación y permanencia mantienen una «tensión esencial».
¿Cómo se vive la profesión docente en la actualidad? ¿Qué valor tiene el ser maestro? ¿Cuál es el sentido de la profesión?, ¿Cómo se enfrentan los cambios? Son algunas de las preguntas que motivaron la presente investigación. Se hace una aproximación cualitativa tratando de encontrar los significados que estructuran la acción de maestros en servicio. Como toda aproximación cualitativa, no se pretende generalizar los hallazgos sino ilustrar realidades cotidianas y rescatar el sentido subjetivo de los propios actores sociales.

La identidad como núcleo de la acción y el sentido
Identidad es el resultado de la capacidad de reflexividad, es la capacidad de la persona de ser objeto de sí misma. Se entiende como una organización o estructura del conocimiento sobre sí mismo. Esta estructura supone unidad, totalidad y continuidad. Esta continuidad se forja en el transcurrir de la vida cotidiana, en el constante desempeño de roles, en el interminable proceso comunicativo. Es una síntesis que nos permite dar sentido a la experiencia, nos permite integrar nuevas experiencias y armonizar los procesos a veces contradictorios y conflictivos que se dan en la integración de lo que creemos que somos y lo que quisiéramos ser; entre lo que fuimos en el pasado y lo que hoy somos.
La identidad, sin embargo, no es algo dado, no es como una estructura preformada. Tampoco es una realidad misteriosa o inasible, no es una entidad que radica en el interior de las personas. La identidad, más bien es un concepto relacional, es un constructo que nos permite referirnos a la continuidad de la experiencia de nosotros mismos. Es algo que se construye a lo largo de la vida, que puede adquirir múltiples formas y tener mayor o menor solidez. No parece ser algo de todo o nada. Cuando se habla, por ejemplo, de la pérdida de la identidad, en realidad nos referimos a falta de consistencia, a fragilidad. A una incapacidad para determinar el sentido de continuidad de la acción de la persona.
En realidad los roles que desempeñamos, las experiencias que vivimos, las imágenes que recibimos de los demás e incluso de nosotros mismos son múltiples y complejas. La identidad es aquello que los organiza y los integra. En ese sentido nos referimos a la identidad como núcleo. Paradójicamente, la afirmación del carácter complejo y cambiante de la experiencia que nutre la construcción de la identidad no invalida la afirmación de que esa multiplicidad, parece requerir cierto límite. Sin cierta continuidad, consistencia y coherencia de la experiencia, la identidad sufre alteraciones. La obra de Ronald D. Laing,Cordura, locura y familia, (1964) en ese sentido, es más que ilustrativa. Por otra parte, cambios drásticos o radicales en la continuidad de la experiencia de vida supone transformaciones en la identidad.
Entre los múltiples problemas en torno a la identidad, destacaremos dos que son particularmente relevantes para la discusión de la identidad docente. El primero tiene que ver con la solidez o, por contraparte, la ´pérdida´ de la identidad. La pérdida de la identidad supone la ausencia del núcleo que permite integración y coherencia en las propias acciones, en las decisiones, en la valoración de la experiencia. Como Gergen (1992) ha puesto de relieve, la identidad es algo a lo que uno mismo necesita adherirse, ser congruente, algo a lo que ser fiel.
Como indicábamos al inicio de este trabajo, la identidad supone continuidad, supone la conservación de algo. Ahora bien: ¿cómo conservar ese núcleo cuando el contorno es demasiado cambiante?, cuando las instituciones (lo permanente) se resquebraja, cuando las relaciones son múltiples, tan efímeras, tan superficiales. Para decirlo más explícitamente: el contorno institucional que rodea y en parte hace a la experiencia docente se está transformando de manera rápida y supone cambios radicales en la forma de ser maestro (a). ¿Cómo se está reconstituyendo la identidad del maestro?
El segundo problema en torno al sí mismo docente es el de la comprensión de la lógica de la acción docente. Es creciente el acuerdo en el sentido de que el maestro no es un mero operario de las políticas educativas, cada vez se le reconoce más como alguien con la capacidad y la responsabilidad para tomar decisiones, para hacer juicios y para establecer los criterios que orientan su acción educativa. Si hay un proceso de reconstitución de su identidad, ¿cómo afecta esto a la comprensión de la actividad docente?
En síntesis, la preocupación por el conocimiento del sí mismo docente es intento por comprender la lógica de la acción cotidiana, la construcción de los criterios y parámetros que subyacen a la toma de decisiones de los maestros.

Construcción social de la identidad
La forma del sí mismo, (de la identidad) su estructura, su contenido; varían histórica y culturalmente. No hay una forma única de definición de sí mismo, no hay una estructura universal. La experiencia de sí mismo varia culturalmente. La expresión «construcción social de la identidad» hace referencia a la diversidad de formas que puede asumir el sí mismo en función de los «instrumentos» socioculturales disponibles. Por ejemplo, depende de los significados sociales de las prácticas cotidianas, de su carga valorativa. El sí mismo más que una imagen es una acción, es un proceso en constante construcción que se inserta en el fluir de la acción cotidiana. En ese sentido, el decir sobre sí mismo más que una mera descripción es una acción.2 Es más un diálogo constructivo que una representación. El individuo no es un átomo, más bien es un participante en redes sociales de interacción.
Con la expresión «construcción social» se pone énfasis en la importancia del sentido de las prácticas sociales como insumo de la identidad, se otorga reconocimiento de validez, en principio, al conocimiento de sentido común de los actores sociales pero trata de ponerlos en relación con insumos socioculturales, históricos, ideológicos respecto a los cuales los sujetos no necesariamente son capaces de distanciamiento crítico.

La identidad docente. Paradojas y contradicciones
Algunas razones que justifican el estudiar el sí mismo docente ya fueron esbozadas al inicio de este trabajo:
a) La profesión docente enfrenta un momento de cambio que parece radical. Existe, por una parte, una clara tendencia profesionalizante:
La profesionalización de los educadores y de sus organizaciones es no sólo una condición esencial para construir el nuevo modelo educativo que requiere el desarrollo presente y futuro de nuestras sociedades, sino que ha pasado a ser un elemento para la propia supervivencia y desarrollo de los educadores, de sus organizaciones y de la enseñanza como profesión. (Torres, 1997)
Esta tendencia, sin embargo, no está exenta de conflictos y contradicciones. Algunas investigaciones al respecto señalan que aunque el discurso oficial trata de referirse al profesor como un profesionista, las condiciones reales de trabajo y ciertas prácticas sumamente arraigadas en el funcionamiento administrativo, político y cotidiano de las escuelas le impiden acceder a las condiciones que definen a una profesión. Más bien, el magisterio parecería una semiprofesión: no tiene necesidad de conocimientos especializados, ni de constante actualización, no hay autonomía en la toma de decisiones propias del ejercicio profesional, entre otras.
b) Existe un creciente acuerdo en el sentido de que el maestro no es un mero operario de las políticas educativas sino que es una persona con la capacidad y la responsabilidad para tomar decisiones con base no necesariamente en la aplicación de conocimientos especializados sino en «su buen juicio», en el desarrollo de criterios y parámetros racionalmente fundamentados. La acción del maestro estaría mejor caracterizada por la «prudencia» en el sentido de frónesis que en la técnica. A pesar de ello, los márgenes reales para que el profesor tome decisiones cruciales en la orientación de su acción pedagógica son aún limitados.
c) Es necesario reconocer que conviviendo con estas tendencias también existe un fuerte deterioro de la apreciación social del maestro, una «desvalorización», resultado de multiplicidad de factores entre los que destaca: la accesibilidad a la información, la tecnología, los medios masivos de comunicación, la desvinculación escuela comunidad, el deterioro salarial, el cambio en ciertos roles tradicionales, etc.
d) El contexto que hace a la función docente es pues sumamente conflictivo, contradictorio, complejo y cambiante, paradójicamente hay también una fuerte tendencia hacia la conservación de formas tradicionales de convivencia al interior de los espacios áulicos, ciertas rutinas escolares se han mostrado sumamente resistente al cambio, hay una tendencia a la «absorción» de tendencias modernizantes dentro de formas tradicionales.
Consideramos que esta situación necesariamente impacta en la definición que de sí mismo tienen los maestros. El maestro es en muchos sentidos el actor clave de la realización de las políticas de cambio, la comprensión de su ser y su acción son fundamentales.

Aproximación cualitativa al estudio del sí mismo docente
Se realizaron entrevistas en profundidad a 13 profesores de una escuela primaria de la delegación Iztapalapa que labora en el turno matutino. Se consideró que el establecimiento de un diálogo con los profesores podría permitirnos una comprensión más plena de su «sentir» respecto a su profesión. Buscamos una implicación en la visión -no exenta de opacidad e incompletud -del participante. Intentamos la puesta en duda de una estructura preestablecida que asumimos como guía con la posibilidad de ser transformada y asumimos la tarea de indagación de los significados de los diferentes componentes posibles de la tarea docente. La entrevista tiene la virtud de permitir «completar» las respuestas verbales del entrevistado con la respuesta afectivo-emotiva que la acompaña, permite dirigirse a aquellos aspectos que para el entrevistado (y no necesariamente para el entrevistador) son relevantes.
Cabe hacer mención que en la escuela primaria en que trabajan los maestros, se realizó durante 6 meses un proyecto de investigación e intervención psicosocial. Este antecedente es importante porque indica un conocimiento previo entre maestros e investigadores, lo que ayuda a contextualizar las respuestas a la entrevista. Los entrevistadores y los profesores compartieron un proceso de colaboración que permitió una comunicación de más confianza y la significación de las respuestas verbales y no verbales en función de un conocimiento mutuo. Existía el antecedente de que se había observado la actuación de los profesores en sus grupos y de que los profesores habían participado en un breve curso-taller con el equipo de investigación.
Es también importante señalar que una aproximación cualitativa como la empleada aquí no pretende llegar a generalizaciones, más bien, en nuestro caso, pretende destacar aspectos que otras aproximaciones metodológicas pasan por alto, pretende «ilustrar», pretende llegar a supuestos hipotéticos susceptibles de confirmación por otro tipo de estudios.

Resultados
Se presentan a continuación algunos resultados que ilustran el sentir de los maestros respecto a las interrogantes planteadas. Se incluyen una selección de las respuestas más representativas.
(Entre comillas se encuentran citas textuales de los profesores. Entre corchetes aparecen observaciones contextuales de los entrevistadores).

a) El contexto de las entrevistas:
— Maestra ‘S’: La entrevista se realizó por la mañana a las 9:20 aproximadamente, cuando se le solicitó a la maestra la entrevista, se mostró un poco sorprendida, pero accedió de inmediato y nos ubicamos en el fondo del salón de usos múltiples. Ella estaba tranquila. Le expliqué en que consistía la entrevista y se mostró interesada, sobretodo en conocer posteriormente los resultados como una forma de retroalimentación. El cassette para grabarla no sirvió y entonces se procedió a hacerla de forma escrita, cosa que ayudó a que ella se relajara más y fuera más abierta en sus respuestas. En general el clima de la entrevista fue muy tranquilo, [la maestra se mostró muy ecuánime en sus respuestas, muy profesional, se le observa muy centrada y a gusto en su trabajo. Al final Insistió en saber los resultados de nuestra investigación, para poder aprender y corregirse].
— Maestra ‘B’: La entrevista se llevó a cabo en un pequeño cubículo adjunto a la dirección de la escuela primaria en un clima de mucha confianza y respeto, la profesora se mostró muy entusiasta con una gran disposición a colaborar, la expresividad de su rostro evidenciaba lo convencida que estaba de lo que decía. En algunos momentos su respuesta emocional la ponía al borde del llanto. [es evidente su involucramiento afectivo en lo que hace.]

b) Los contenidos más sobresalientes:
Apreciación general del ser maestra(o): ¿Cómo se siente como maestra(o)?
— Maestra ‘B’: «Me siento bien porque de alguna manera uno le encuentra el significado al trabajo cuando muchas veces no lo tiene o pareciera no tenerlo, más bien uno debe encontrar el significado... sin que ese ‘debe’ sea como un costalote en las espaldas, sencillamente porque es mi trabajo, es mi vida, es parte de mí, me siento bien»
— Maestra ‘S’: «Bien», [procedió a especificar en primer término la importancia que tiene el ser autoritaria y mantener el control del grupo De alguna manera está ligado para ella el que para sentirse bien como maestra es necesario tener el control, el liderazgo, pero de manera democrática, no llegando a los extremos, se visualiza como amiga de sus alumnos, [en una relación más horizontal que la mayoría de los maestros]. También es de hacer notar que ella dice que disfruta de estar con sus niños, porque «penetra en su mundo y es como su distracción», es decir; para ella, su trabajo no es una obligación y su postura no es la tradicional.

Relación con los alumnos
— Maestra ‘S’: la maestra se muestra satisfecha de tener una buena relación con ellos, en general. Incluso cuando platica de ello sonríe, es interesante que ella reconoce que a veces la relación tiene que darse de una manera ‘lineal’, «pero hay otras actividades en las que se da una relación igualitaria,» «incluso me siento con ellos en las bancas, como un sólo grupo». «Con algunos de ellos si entablo una relación afectiva, sobre todo si tienen problemas o son tímidos, les pregunto como es su situación y asumo un rol de amiga respecto de ellos.»
— Maestra ‘B’ [en cambio... ] tiende a ser más «apapachadora», [ casi maternal]
— Maestro «L» «Trato de darles confianza, de ser su amigo, a veces algunos abusan...»

Dimensión institucional
— Maestra ‘S’ la maestra no se siente parte de un gremio(por ejemplo sindical) y se observa una postura muy madura y segura de su parte en lo que se refiere a la autoridad, tanto la que ella asume, como la que se ejerce sobre ella, no se observó conflicto en este punto. Asume también las cargas administrativas sin problema, ya que es organizada y no constituyen para ella un obstáculo en su profesión.

Competencia docente
— Maestra ‘S’ Se observó mucha seguridad y autoestima elevada cuando habla de su competencia corno maestra, [al contrario de lo que expresan la mayor parte de los maestros], para ella la misión fundamental del maestro es la de ‘transmitir el deseo por tener conocimiento» y ella considera que lo logra y le produce mucha satisfacción. Ella relaciona la competencia docente con la satisfacción laboral y la autoestima precisamente en este aspecto de la transmisión del conocimiento. Pues dice que «quien no sabe es como quien no ve», e incita a sus alumnos a que «pongan luz en sus ojos».

Relación con los compañeros
— Maestro «L» «nos llevamos muy bien, pero, ya sabes, siempre hay alguien que no quiere colaborar. Hay algunas maestras muy tradicionalistas, que ni me hablan, pero yo trato de llevarme bien con todos»

Relación con los padres de familia
— Maestra «B» a veces es mucho más difícil que la relación con los niños, «porque ellos muchas veces no apoyan el trabajo que uno hace, hay veces que lo sabotean, sobre todo las madres muy jóvenes»
— Maestra «S» [Algunos padres de familia habían recientemente solicitado una cita con la maestra para «reclamarle» su forma de ser con los alumnos. Los padres se quejan de que la maestra es demasiado estricta y que a veces es injusta con sus niños.]

Satisfacción laboral; ¿se dedicaría a otra labor profesional si pudiera?
— Maestra ‘S’ [Titubeo un poco y después comentó que tenía otra licenciatura; la de Diseño Gráfico, y comentó que por problemas personales había estudiado para maestra, pero que ambas profesiones le gustaban, sin embargo la de maestra se compagina más con ser mamá.]
Maestro «O» El profesor deja ver que no hay una satisfacción muy grande en su labor. Siente presiones económicas y mucha carga de trabajo.

Riesgos e Iniciativas
— Maestra ‘S’ Yo asumo algunos riesgos, ya que pongo en práctica nuevas metodologías, para que construyan el conocimiento y a los papás no les gusta, quieren ver lo tradicional, entonces lo que hago es ir mezclando lo tradicional con cosas nuevas.

Autoestima docente

— Maestra ‘S’ Considero que la misión del docente es inculcar el deseo por conocer lo que nos rodea, despertar ese interés por aprender más cosas. Yo les digo a mis alumnos que «el que no sabe es como el que no ve y que traten de tener luz en sus ojos». 
— Maestra ‘B’ la misión y tarea del profesor es formar individuos que sepan afrontar la vida «que aprendan no solamente contenidos académicos, sino que aprendan de la vida misma, de sus errores y de sus triunfos»

Consideramos que los maestros están intentando construir su identidad con elementos nuevos; hay aprecio de la profesión, hay sentido de superación y reconocimiento objetivo de los problemas. Existe una relación positiva con sus alumnos y los maestros obtienen satisfacción de ello, no les gusta ser autoritarios, pero consideran que «a veces» hay que serlo, les gustaría ser más una guía o líder que una autoridad. Difieren en algunos aspectos: hay una actitud casi maternal por una parte y una actitud más neutral afectivamente, hay distintas apreciaciones de las evaluaciones y el control, de las relaciones entre compañeros y, en general de la profesión.


Conclusiones

Hay efectivamente, un proceso de transformación de la identidad docente. Los profesores están haciendo esfuerzos por mejorar su desempeño, por actualizarse, por sobreponerse a las adversidades del medio, por profesionalizar su actuación.
El maestro empieza a vincularse con su trabajo más por satisfacción que por presiones sociales externas.
Se reconoce la desvalorización social del maestro. Pero esto no se asume fatalmente, ni hay conformidad con el estereotipo: hay una actitud proactiva, se reconocen carencias pero se hacen esfuerzos por superarlas.
La identidad docente es sumamente compleja: incluye la recepción e identificación con una tradición pero que es resignificada en función de las nuevas realidades; los componentes del sí mismo son muchos y su interrelación es compleja. Aunque hay componentes salientes, no pueden pensarse con independencia de otros componentes. Los insumos a partir de los cuales el maestro construye su propio concepto son también muy variados y no se limitan al espacio escolar.

Bibliografía
Bruner, Jerome. (1998 ). la «Autobiografía y el yo», en: Actos de significado, Alianza, Madrid, p.101-133.
Calvete Z. Esther y Aurelio Villa. (1997): Programa DEUSTO 14-16, II. Evaluación e intervención en el estrés docente, Ediciones Mensajero, Bilbao.
Cárdenas G. Victor y Erika Alonso Cardona (2000). El Concepto de sí-mismo. De la Estructura a la Constitución Sociocultural. El caso de los Profesores de Educación Básica, (inédito).
Cortázar, J. Miguel. (1993). Los estudiantes de carreras docentes. Una aproximación a su configuración socioacadémica, Fondo Editorial de Humanidades y Educación. Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela, Caracas.
Gergen, K. J. (1985). «The social constructionist movement in modern psychology», American Psychologist, 40: 266-275.
Gergen, Keneth J. (1992). El yo saturado. Dilemas de Identidad en el mundo contemporáneo, Paidós, Barcelona.
Laing, Ronald D. (1964). Cordura, locura y familia, F.C.E., México.
Harré, Rom. (1984). Motivos y mecanismos, Paidós, Barcelona
Medina Melgarejo, Patricia. (1998). «Las condiciones actuales de lo escolar y retos para una nueva investigación etnográfica», en: Calvo, Beatriz, G. Delgado y Mario Rueda. (Coords.) Nuevos paradigmas. Compromisos renovados. Experiencias de investigación cualitativa en educación, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez/ Gobierno del estado de Chihuahua, México, p. 257-273.
Remedí, Eduardo, et al. (1989). Maestros, entrevistas e identidad. Departamento de Investigaciones Educativas. Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN. (CINVESTAV), México.
Rockwell, Elsie (1995). La escuela cotidiana, F.C.E., México.
Torres, Rosa Ma. (1997). Profesionalización docente, Cumbre Internacional de Educación, UNESCO/CEA, México.
Villoro, Luis. (1999). «Sobre la identidad de los pueblos» en: Estado plural, pluralidad de culturas, Paidós/UNAM, México, p. 63-78.


Notas

1.- Se hace un reconocimiento por su participación en esta investigación a Erika Alonso Cardona y a Silvia Mercado Marín, alumnas de la carrera de Psicología social y prestadoras de servicio social.
2.- Esta postura es deudora de la recepción de la teoría de los actos de habla. El movimiento de los usos del lenguaje, con John L. Austin a la cabeza, enfatizó que existen expresiones «realizativas» que proferidas en circunstancias adecuadas no «dicen» sino «hacen»; decir, en ciertas circunstancias es hacer.

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quarta-feira, 17 de outubro de 2012

Desafios Pedagógicos: refazer a Escola, construir uma nova profissionalidade docente

Quais caminhos podem ser trilhados para levar a cabo esta tarefa? Aqui e algures, sinais vão sendo descortinados. Em maior ou menor medida, por certo. Mas vão. Só não percebe isto quem insiste em se apegar em referenciais fossilizados. Na artigo abaixo, com propriedade, a Profa. Rejane de Souz Fontes (UFF) vai além da escola, no sentido convencional, para abordar a questão. Uma perspectiva instituinte de reinvenção da escola a partir do espaço hospitalar. 



A reinvenção da escola a partir de uma experiência instituinte em hospital

Rejane de Souza Fontes
Cada vez mais presenciamos uma sociedade complexa, na qual vivemos, que tem se configurado como uma sociedade do espetáculo,do consumo rápido e imediato, em que tudo é fugaz e instantâneo, desde os objetos até as pessoas.
Numa lógica do mercado capitalista que invade os padrões educacionais e éticos de nosso país, os profissionais se vêem à beira de um abismo, encurralados por uma lógica que sempre pede para serem mais do que são e, em contrapartida, não oferece os instrumentos necessários para sua libertação e ascensão profissionais. A qualificação da educação como mercadoria ganha espaço nesta sociedade do consumo e arrasta consigo um forte arcabouço ideológico que desqualifica pessoas, pessoas que tiveram suas vidas tecidas pela escola pública, quer como alunos quer como professores.
A sociedade da informação mediática e do bombardeio visual abre mão da reflexão e da análise minuciosa da produção cultural e educacional que a invade, reproduzindo como se fossem dogmas (reflexos de um pensamento único e hegemônico) os jargões que a mídia produz:
A multidão busca o divertimento sem exercer uma participação ativa e crítica, como o espera Benjamin, mas para esquecer o trabalho alie-nante. A indústria cultural, então, tem realmente por função distrair os trabalhadores, mas distraí-los da questão essencial de uma transformação das condições sociais de produção, ao fornecer-lhes uma compensação ilusória e passageira. (Gagnebin, 1985, p. 55)
Para Benjamin (Gagnebin, 1985), a prática de narrar histórias está vinculada à experiência coletiva de comunidades em que os indivíduos não se escravizaram à divisão capitalista do trabalho. Nessas sociedades pré-capitalistas a experiência coletiva predomina sobre a experiência individual dos sujeitos. A arte de narrar entrou em declínio em conseqüência do advento da informação. A informação passou a ser a mais importante das funções comunicativas trazendo em si uma explicação fechada em detrimento das narrativas.
Cada manhã recebemos notícias de todo o mundo. E, no entanto, somos pobres em histórias surpreendentes. A razão é que os fatos já nos chegam acompanhados de explicações. Em outras palavras: quase nada do que acontece está a serviço da narrativa, e quase tudo está a serviço da informação. (Benjamin, 1987, p. 203)
Nesta sociedade da informação e do espetáculo, em que ouvir histórias deveria aproximar fisicamente narradores e ouvintes, vivemos um distanciamento solitário proporcionado por uma informação rápida e mediatizada pela TV e pelo computador. Com o surgimento da TV como veículo de informação, inventa-se o sujeito espectador, cujas histórias não pode mais narrar. Silenciado pelo texto televisivo, o sujeito da era da informação é impossibilitado de interagir com as narrativas que ouve e que contam sempre grandes feitos e grandes fatos.
A sociedade do espetáculo chocou os processos de comunicação que alimentavam os circuitos de narração. O impacto da imagem parece ter calado as vozes que dialogavam e insurgiam contra o pensamento único da pós-modernidade, tornando o homem cada vez mais solitário num mundo globalizado. Esse pensamento foi muito bem ilustrado nas palavras de Oliveira (2002) quando disse que "a sociedade de hoje não é coletiva, ela é formada por indivíduos".
Para Zemelman (2002), um grande de número de pessoas é excluído da informação. Todavia, elas não têm consciência de que não têm informação. "Não há necessidade de pensar porque não há necessidade de ser pessoa". Segundo ele, vivemos num processo de atomização social. E acaba também por concluir que "não há sociedades, apenas indivíduos".
Qual o lugar dos indivíduos excluídos2 na sociedade do espetáculo? Na sociedade de promessas de lucros fáceis, fama rápida e conhecimentos sem aprendizado?
Nosso centro de interesse, neste artigo, volta-se para práticas educativas alternativas materializadas em escutas pedagógicas (Ceccim; Carvalho, 1997) dentro de espaços hospitalares, as quais propõem o conhecimento como uma forma de conforto emocional à criança enferma que sofre com a internação e o desconhecimento do ambiente hospitalar. Acreditamos que essa prática possui traços que a configuram como uma experiência instituinte,3 capaz de dar voz aos "excluídos" mas que em vez de se dar na escola pública, acontece num outro espaço público: o hospital.4
A classe hospitalar contemporânea, além de atender às necessidades pedagógico-educacionais da criança e do adolescente hospitalizados (necessidades provenientes de atenção integral ao seu crescimento e desenvolvimento), obedece aos fundamentos políticos da educação, isto é, ratifica o respeito aos princípios democráticos da igualdade, da liberdade e da valorização da dignidade humana. (Ceccim, 1999, p. 31-32)
A escola, que era sagrada e desejada, tornou-se ultrapassada diante da frenética inovação tecnológica do mundo contemporâneo, dessa sociedade instantânea da imagem e do espetáculo, em que os valores cultivados são os do mercado de consumo e a lógica eleita, a do impacto. Embora as estatísticas oficiais demonstrem, a cada ano, maior ingresso de alunos das camadas populares nas redes oficiais de ensino, o conhecimento formal como moeda de troca, agora como antes, continua pertencendo a círculos restritos da sociedade. Isso pode ser atestado pela diferença no nível da qualidade do ensino ministrado em escolas públicas e particulares, cujo conteúdo parece não ser atrativo para as maiorias, que se contentam com o entretenimento fugaz e superficial dos programas que noticiam os bastidores do mundo artístico e os reality shows nacionais.
Assim, Benjamin (1987) se manifesta sobre a velocidade da (in)comunicação dos tempos modernos e que podemos transpor para o mundo escolar:
A experiência transmitida pelo relato deve ser comum ao narrador e ao ouvinte. Pressupõe, portanto, uma comunidade de vida e de discurso que o rápido desenvolvimento do capitalismo, da técnica, sobretudo, destruiu. A distância entre os grupos humanos, particularmente entre as gerações, transformou-se hoje em abismo porque as condições de vida mudam em um ritmo demasiado rápido para a capacidade humana de assimilação. Enquanto no passado o ancião que se aproximava da morte era o depositário privilegiado de uma experiência que transmitia aos mais jovens, hoje ele não passa de um velho cujo discurso é inútil. (Gagnebin, 1987, p. 10)
O autor nos fala aqui que a "comunidade da experiência funda a dimensão prática da narrativa tradicional" (Gagnebin, 1987, p.11)A pessoa que conta transmite um saber que seus interlocutores podem receber com algum proveito. Esta sapiência prática toma, muitas vezes, a forma de uma lição, de um conselho ou de uma advertência. Essa forma de comunicação parece estar desaparecendo, pois hoje não sabemos mais como orientar, através do diálogopessoas de gerações diferentes da nossa, como nossos alunos, "de tão isolados que estamos, cada um em seu mundo particular e privado" (Gagnebin, 1987, p.11).
Em meio a esse bombardeio informa-cional, muitas vezes, irrefletido, a instituição escola e com ela, seus profissionais, têm sofrido de um obsoletismo crônico acompanhado de freqüentes turbulências internas entre os que lutam para sobreviver e os que já se renderam a uma guerra ideológica (in)visível.
E o professor? E a professora? Esses parecem erigir estratégias que oscilam entre a resistência (coletiva ou individualmente referenciada) e a desistência, o desânimo, a alienação. Trata-se de um campo histórico e quotidianamente minado por onde projetos são semeados, ceifados, reconstruídos. Caminhar por esses campos, hoje, requer basicamente a compreensão de que a identidade do profissional da educação no Brasil, se compõe, antes de mais nada, a partir da definição de políticas públicas, no campo da educação e para além dele. (Simões; Carvalho, 2001, p. 32)
Rememorando e contando histórias sobre os processos educativos de ontem e de hoje, as pesquisas em Educação e, particularmente, em Educação Especial, devem buscar resgatar a potencialidade de vozes emudecidas pela historiografia e pela política oficiais, provocando o encontro de experiências tecidas a partir de fios históricos que evocam lembranças e que trazem o potencial da mudança nos pequenos detalhes de uma história que se constrói cotidianamente.

A (re)invenção da escola
Como muito bem nos aponta Linhares (2000/2001), os movimentos instituintes não nascem em redomas de vidro, não crescem isolados da vida, da história, das ações coletivas e individuais, mas se alimentam de circuitos incessantes de religação entre passado e futuro, entre as diferentes disciplinas, entre afetos, linguagens, emoções, saberes e conhecimentos. É por isso que esses movimentos estouram nos mais diferentes espaços e tempos da vida.
Como uma proposta de inclusão dos que estão social e educacionalmente excluídos devido a uma enfermidade, poderíamos afirmar que a contribuição do acompanhamento pedagógico em hospital para o bem-estar da criança hospitalizada passa por duas vertentes de análise. Primeiro, porque este tipo de atividade, ao acionar o lúdico como canal de comunicação com a criança hospitalizada, procura fazê-la esquecer, durante alguns instantes, do ambiente agressivo no qual se encontra, resgatando sensações da infância vivida anteriormente à entrada no hospital. Segundo, porque ao conhecer e desmitificar o ambiente hospitalar, re-significando suas práticas e rotinas, que é uma das propostas de atendimento pedagógico em hospital, o medo que paralisa as ações e cria resistência, tende a desaparecer, surgindo em seu lugar a intimidade com o espaço e a confiança naqueles que cuidam dela.
Em uma sociedade com forte ênfase visual centrada no espetáculo, Ceccim (1997) nos falará da "escuta pedagógica para agenciar conexões, necessidades intelectuais, emoções e pensamentos" e que pensamos ser um conceito importante para ser recuperado neste texto. Segundo ele,
O termo escuta provém da psicanálise e diferencia-se da audição. Enquanto a audição se refere à apreensão/compreensão de vozes e sons audíveis, a escuta se refere à apreensão/compreensão de expectativas e sentidos, ouvindo através das palavras, as lacunas do que é dito e os silêncios, ouvindo expressões e gestos, condutas e postura.
A escuta não se limita ao campo da fala ou do falado, ao contrário, busca perscrutar os mundos interpessoais que constituem nossa subjetividade para cartografar o movimento das forças de vida que engendram nossa singularidade. (Ceccim, 1997, p. 31)
Essa escuta pedagógica de que nos fala Ceccim deve transcender o físico, aparentemente imediato e adentrar o mundo silencioso ou silenciado das subjetividades da criança enferma. Desse modo, a escuta se materializa numa perspectiva de atenção integral como escuta à vida, resgatando o conceito de saúde como afirmação da própria vida.
Começamos a perceber nesse contexto inter-subjetivo do hospital, em que se interpenetram os conceitos de educação e saúde, uma nova perspectiva de educação que fertiliza a vida, pois sabemos que o desejo de aprender/conhecer engendra o desejo de viver no ser humano.
Ao mesmo tempo em que a hospitalização é um acontecimento permeado por situações de medo e tristeza, que tem o potencial de paralisar o processo de construção de conhecimento,
Uma adequada possibilidade de acolhimento dos medos, desejos, ansiedades, confusões e ambivalências, com adequado nível de informação, permitirá, portanto, a produção de conhecimentos sobre si e uma construção positiva a respeito da saúde, em que o corpo não se separe do pensamento. (Ceccim, 1997, p. 34)
Nessa perspectiva, a abordagem pedagógica pode ser entendida como instrumento de suavização dos efeitos traumáticos da internação hospitalar e do impacto causado pelo distanciamento da criança de sua rotina, principalmente no que se refere ao afastamento escolar. O período de hospitalização é transformado, então, num tempo de aprendizagem, de construção de conhecimento e aquisição de novos significados, não sendo preenchido apenas pelo sofrimento e o vazio do não desenvolvimento afetivo, psíquico e social.
A atuação do pedagogo em hospital deve ultrapassar a experiência escolar e atingir níveis diferenciados de educação.
Nesse sentido, educação é o conjunto das ações, processos, influências, estruturas, que intervêm no desenvolvimento humano de indivíduos e grupos na sua relação ativa com o meio natural e social, num determinado contexto de relações entre grupos e classes sociais. É uma prática social que atua na configuração da existência humana individual e grupal, para realizar nos sujeitos humanos as características de "ser humano". (Libâneo, 2000, p. 22)
Ainda segundo este autor, cumpre distinguir diferentes manifestações e modalidades de prática educativa, tais como a educação informal, não-formal e formal. A educação conhecida como não-formal seria a realizada em instituições educativas fora dos marcos institucionais, mas com certo grau de sistematização e estruturação pedagógica.
Se há muitas práticas educativas, em muitos lugares e sob variadas modalidades, há, por conseqüência, várias pedagogias: a pedagogia familiar, a pedagogia sindical, a pedagogia dos meios de comunicação, etc.; e também a pedagogia escolar. (Libâneo, 2000, p. 23-24)
Não é mais possível afirmar que o trabalho pedagógico se reduz ao trabalho docente nas escolas. Em resumo, estamos diante de uma sociedade genuinamente pedagógica (Beillerot, 1985 apud Libâneo, 2000). Então por que não haver uma pedagogia hospitalar, com princípios, métodos e avaliações diferenciadas da pedagogia escolar oficial, engendrada pela especificação do próprio contexto que a alimenta?
Essa discussão desdobra-se inevitavelmente na formação desse profissional de educação para atuar junto à criança hospitalizada. O universo desta ainda é pouco conhecido nas instâncias educacionais de formação pedagógica e, portanto, pouco explorado como locus próprio de atuação do professor e local de aprendizagem.
Como pano de fundo da investigação ora apresentada não poderíamos deixar de pensar acerca da vinculação entre a formação do professor e sua prática pedagógica em hospital. Quais são as pontes que unem e os abismos que separam a formação inicial e a vivência educativa? Como formar professores nas universidades preparando-os para um exercício de autonomia, com "vocação para serem mais" (Freire, 1998), para transcenderem a teoria que a faculdade lhes oferece e chegarem a uma prática realmente emancipadora?
Afinal uma formação de professores, que possa apoiar e instrumentalizar uma refundação emancipatória da escola, não pode deixar de atender às exigências éticas e epistemológicas de religar os saberes, preparando um outro tipo de cultura mais cooperativa, mais participante e mais interligada (Linhares, 2001/2002). E é exatamente isso que procuramos estabelecer por meio da interdisciplinaridade na prática pedagógica hospitalar.
De acordo com esse novo enfoque educacional, sugerimos a prática de uma educação para o afeto ao lado da secular educação para o conhecimento. E também convidamos à reflexão sobre as novas possibilidades de se pôr em prática a relevância da interdisciplinaridade, que ainda conhecemos apenas teoricamente. A nosso ver a continuidade de um atendimento educacional em âmbito hospitalar certamente dependerá do empenho com que os diferentes profissionais e pesquisadores encarem a qualidade de vida da criança enferma. E principalmente do pedagogo que deve ter a sensibilidade de respeitar o sofrimento, o medo, o anseio, a dor, a agressividade, a alegria, a depressão, enfim, todos os sentimentos da criança doente durante as atividadespedagógicas, além de lhe dar a oportunidade de expressar-se, que dá a certeza da continuidade da vida!
A crise por que passa a educação brasileira hoje não é só econômica e financeira, ela perpassa a própria sociedade e seus valores culturais e éticos e irrompe na instituição escolar de um modo geral, e na escola pública, em particular. Onde a população infanto-juvenil marcada para sobrar, fica silenciosamente depositada, aguardando sua vez de ser excluída: primeiro do sistema educacional e demais acessos a bens culturais e de informação crítica e, mais tarde, da sociedade civil e do mundo do trabalho, sendo jogada à margem da história. Entendemos aqui o conceito de história como nos propõe Walter Benjamin em que "a história é objeto de uma construção cujo lugar não é o tempo homogêneo e vazio, mas um tempo saturado de 'agoras'" (1987, p. 229).
Mas tão perigoso quanto o silêncio são as práticas discursivas vazias e inférteis que paralisam as ações e adiam as transformações. Afinal, um discurso que não penetra a prática, nem a fertiliza, morre. Um exemplo bastante claro delas são as políticas públicas e algumas pesquisas acadêmicas que não foram e não são capazes de dialogar com significados educa-cionais construídos visceralmente pela sociedade. Zemelman (2002) nos alerta que o conhecimento é construído sem saber para que é construído. Para ele, o conhecimento sem função social se aliena de si mesmo.
Trata-se, primeiro, de perguntarmos qual o sentido "necessário" e prático das investigações que se fazem nas faculdades, centros, mestrados e doutorados de educação? (...) Trata-se de indagar sobre o sentido histórico, social, político e técnico de nossas pesquisas. A serviço de que e de quem despendemos nosso tempo, nossas forças, e grande parte de nossa vida? (Frigotto, 1989, p. 83)
Contudo, a experiência escolar continua sendo para a grande maioria das crianças e jovens pobres uma experiência dura e muito pouco fértil para a formação de um sentido para suas vidas, que possa traduzir-se em participação cidadã, contribuindo para reinventar a educação e a sociedade brasileira. E é esta a proposta que trazemos para o campo de investigação com o atendimento pedagógico em hospital, em que procuramos ressignificar pedagogicamente a experiência de internação hospitalar sofrida pela criança, extraindo da realidade vivida o maior número possível de conhecimentos oferecidos pela situação em questão.
Esse pode ser um passo importante para tentar diminuir o fosso existente entre o conhecimento pedagógico acadêmico e sua aplicação na prática escolar, no sentido de trazer para o debate o que vem sendo produzido nas fronteiras do conhecimento, através de um exercício permanente de leitura do mundo, como um convite para uma intervenção solidária de caráter inclusivo em sua construção, valorizando as conexões entre saberes e fazeres.
Em meio a esse caos que parece assolar a educação contemporânea, o professor está buscando espaços alternativos de afirmação de sua autonomia, cujo desejo se expressa nos isolados e ainda tímidos movimentos pedagógicos instituintes dentro e fora das escolas.
Em meio ao cotidiano da escola, onde estão instaladas rotinas e irrompem movimentos clandestinos — não autorizados com suas porções de destruição ou de recriação —, transitam tradições e inovações que precisam ser problematizadas, observadas e apropriadas por aqueles que fazem a escola. (Linhares, 1999, p. 181)
Enfim, ao estudar as experiências insti-tuintes na educação, busca-se seus endere-çamentos à constituição de uma outra ordem de racionalidade e de política que leve em consideração outros espaços educativos que transcendam os muros escolares. O hospital como espaço educativo para as crianças hospitalizadas também constitui uma experiência instituinte, mediante uma nova cultura educacional dentro ou fora da escola e está, portanto, referida a um tipo de (re)invenção narrativa que se alimenta de sonhos de justiça e igualdade que, embora sempre renováveis, tantas vezes foram dados como vencidos na história contada a partir da ótica dos vencedores. Para Benjamin (1987), a história é a narrativa do vencedor. A tarefa da educação é também revelar e resgatar essas possibilidades esquecidas, mostrar que o passado comportava outros futuros além deste que realmente ocorreu.
A empresa crítica converge, assim, para a questão da memória e do esquecimento, na luta para tirar do silêncio [através da narrativa] um passado que a história oficial não conta. (Gagnebin, 1985, p. 60)

O "novo"5 conhecimento no século do espetáculo
O importante é perceber a criança e seus familiares como seres pensantes que, quando chegam ao hospital, já trazem uma história de vida, um conhecimento prévio e, às vezes, deturpado, sobre o que é saúde, doença e sobre sua ação na dinâmica saúde/doença.
Vislumbramos aí pontas do iceberg do novo paradigma do conhecimento sinalizado por Santos (1987) em que
A ciência pós-moderna tenta, pois, dialogar com outras formas de conhecimento deixando-se penetrar por elas. A mais importante de todas é o conhecimento do senso-comum, o conhecimento vulgar e prático com que no cotidiano orientamos as nossas ações e damos sentido à nossa vida. (...) É certo que o conhecimento do senso comum tende a ser um conhecimento mistificado e mistificador mas, apesar disso e apesar de ser conservador, tem uma dimensão utópica e libertadora que pode serampliada através do diálogo com o conhecimento científico. (Santos, 1987, p. 55-56)
Com a sabedoria que lhe é adjetiva, Santos desconstrói o mito da ciência moderna para reconstruí-lo sob nova roupagem e conteúdo como o novo paradigma da ciência pós-moderna. Nele, há um resgate das diferentes formas de conhecimento que o homem foi obrigado a abandonar ao longo de sua história em nome de um conhecimento tão parcial quanto os demais, chamado "ciência". Encontramos em suas idéias um manancial de saber, no qual nos abrigamos e repousamos provisoriamente em nossa caminhada rumo ao conhecimento de nosso fazer/pensar pedagógico/científico. Nele vislumbramos que o pedagogo seria então o interlocutor privilegiado desses dois conhecimentos em âmbito hospitalar.
O pedagogo deve utilizar atividades diversas, com o objetivo de favorecer a construção de uma pedagogia que consiga transformar o conhecimento científico e o conhecimento popular em um somatório de possibilidades de forma que, deste encontro, se possibilite o auto-conhecimento do paciente, e que este se reconheça como co-autor do processo emancipatório de definições e escolhas de seu tratamento.
Quanto mais for levado a refletir sobre a sua situacionalidade sobre o seu enraizamento espaço-temporal, mais emergirá dela conscientemente carregado de compromisso com a sua realidade, da qual, porque é sujeito, não deve ser simples espectador, mas deve intervir cada vez mais. (Freire, 1993, p. 61)
É preciso reconhecer a criança hospitalizada e todas as crianças excluídas como agentes promotores de sua própria saúde e educação, passando de objeto a sujeito de seu conhecimento que, por meio de sua narrativa de vida, compreende, interfere e interage num mundo de conhecimentos fugazes e, muitas vezes, pouco compreensíveis.

Para (não) concluir...
A educação não pode ser a mesma em todas as épocas e lugares devido a seu caráter socialmente determinado. Esse raciocínio muitas vezes enfraqueceu o caráter epistemológico da educação ao longo da história das ciências, ao retirar dela a previsibilidade e recorrência de seus acontecimentos. Hoje, no entanto, a inovação e a pluralidade de fatos e idéias no mundo contemporâneo parecem ressurgir como um dos pilares mais fortes da identidade educacional em nosso país e no mundo.
Lembramos com Candau (1999) que, na América Latina, verificam-se hoje enorme efervescência e criatividade em todos os níveis dos processos pedagógicos e da prática educativa. Embora o pensamento hegemônico nos obrigue a acreditar que não existem alternativas, as propostas de reformas são plurais e desmentem a ideologia veiculada pela mídia. Essas reformas nascem na base da sociedade civil organizada e estão articuladas com amplos setores populares, cujos protagonistas são os educadores. A educação, assim construída, reflete o pluralismo cultural de nosso continente e não pode ser reduzida à formação de consumidores competentes.
O reconhecimento da complexidade da vida e, em particular, da vida social representou um espaço de confluência entre vários campos do saber. Isso é inegável! Não há mais dúvida de que as experiências instituintes em escolas públicas e fora delas procuram responder às mudanças e perplexidades de nosso tempo, que as práticas instituídas de cima para baixo já não dão mais conta de solucionar, pois se tornaram elas mesmas problemáticas e obsoletas diante dos desafios desse admirável mundo novo da tecnologia do espetáculo, da informação e da semiótica diante do qual, lembrando Benjamin (1987) e Bauman (2000), é preciso estar alerta para não submergir a parâmetros informacionais:
A sociedade contemporânea, chamada sociedade do conhecimento e da comunicação, está criando, contraditoriamente, cada vez mais incomunicação e solidão entre as pessoas. (...) O mundo virtual criou um habitat para o ser humano, caracterizado pelo encapsulamento sobre si mesmo e pela falta do toque, do tato e do contato humano. (Boff, 1999, p. 11)
Com toda essa complexa cultura informacional de falas e discursos contraditórios e desconectados, o que parece ser comum, para a maior parte das crianças e adolescentes pobres hospitalizados, é que eles são marcados por apresentarem o ciclo da miséria, da internação e da re-internação nos hospitais e pela ausência de quem, permitindo que eles falem, escute suas vozes. Escutar a narrativa dos excluídos conseqüentemente tem implicações na ampliação de experiências que podem contar uma outra história, esquecida pelo relato dos vencedores: a de um mundo mais humanizado.
O direito a ter um acompanhamento pedagógico em hospital já é conhecido em lei (Brasil, 1994, 1996, 2001), mas não foi reconhecido pela prática e ampliado a todas as crianças hospitalizadas deste país. O direito a um trabalho pedagógico de boa qualidade em hospital nasce atrelado ao movimento de humanização que objetiva um atendimento mais igualitário e menos excludente em hospitais, capaz de enxergar o paciente como sujeito integral e não como conjunto de peças anatômicas. Esse movimento deveria ultrapassar os hospitais e ganhar a sociedade que, de várias formas (física, emocional e cognitiva), violenta a saúde de seus cidadãos, como também deveria invadir a escola e possibilitar a inclusão de crianças que, embora estejam matriculadas, têm doenças crônicas e precisam se afastar periodicamente da escola para serem hospitalizadas.
Paula (2002) nos lembra da importância psicossocial deste trabalho quando se refere a dois ícones da história de luta por justiça social em nosso país:
O que seria da história brasileira se grandes personagens como Betinho e seu irmão Henfil, que foram crianças e posteriormente adultos hemofílicos, pessoas sensíveis, que devem ter tido muitas dificuldades em suas infâncias e em seus processos de escolarização, devido às suas patologias, suas "diferenças", tivessem sido excluídos do sistema escolar? Certamente a história do Brasil teria tido menos graça sem os cartuns de Henfil e a solidariedade de Betinho. Possivelmente, essas pessoas tiveram a oportunidade de encontrar educadores que souberam estimular as possibilidades e competências desses seres. (p. 16)
Reforçamos nossa tese de uma educação para a emoção. Ao lembrar Elias (1994), para quem razão e emoção não estão em dois lugares contraditórios, mas se constituem simultaneamente, é que precisamos de professores que se formem continuamente no exercício de religar os saberes da escola com os sabores da vida, como ferramentas de solidariedade para os sofrimentos e esperanças humanas. A saúde é muitas vezes conseqüência da atitude e de poder ser feliz, de se sentir incluído numa sociedade excludente.
Enfim, sabemos que o espectro de que tratam essas questões é muito mais amplo nesta sociedade complexa do espetáculo e do consumo.Todavia, num mundo fugaz de afirmações cambaleantes, fica a certeza de que nos princípios da reinvenção da escola está o gene para a reinvenção da sociedade.
Un mundo bueno, insistían, no había sido dado a los seres humanos como un regalo, sino que los propios seres humanos tenían que conquistarlo. (Elias, 1994b, p. 106)

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1A expressão sociedade do espetáculo faz referência às idéias contidas na obra de Guy Debord intitulada A sociedade do espetáculo, publicada originalmente em Paris, em 1967, e pela editora Contraponto, no Brasil, trinta anos depois. Como poucos autores que refletem sobre sua época, Debord (1931-1994) analisa a sociedade capitalista contemporânea e apresenta a mercadoria como o grande espetáculo. Para ele "o espetáculo não é um conjunto de imagens, mas uma relação social entre pessoas, mediatizada por imagens" que são pseudo-representações da realidade. O espetáculo é, enfim, o coração da irrealidade da sociedade real.

2O termo excluído assume aqui a conotação de privação de acesso aos bens materiais e culturais produzidos pela sociedade contemporânea e destinados a uma parcela de sua população que pode pagar por estes serviços/mercadorias. Exclusão material e exclusão cultural constituem, assim, os dois lados de uma mesma moeda, estabelecendo entre si uma relação dialética que se influencia mutuamente. Ou seja, a exclusão material engendra, na maioria dos casos, a exclusão aos bens culturais e de saúde, ao mesmo tempo em que a exclusão a estes últimos dificulta o acesso aos bens materiais produzidos e valorizados socialmente.
3Os movimentos instituintes têm como característica reinventar processos de ensinar e aprender, como exercícios de autonomia e fortalecimento de inteligências coletivas.
4A experiência instituinte a que fazemos menção neste artigo e que é objeto de nossa reflexão desenvolveu-se na enfermaria pediátrica do Hospital Universitário Antônio Pedro em Niterói, no Rio de Janeiro.
5O destaque entre aspas refere-se à idéia inspirada em Linhares (2001/2002) de que o conhecimento assim como as experiências instituintes não são fruto de idéias miraculosas, espetaculares e inaugurais, que surgem de uma para outra hora. "Os movimentos capazes de anunciar o novo não podem ser decretados de fora para dentro (...) sua validade e legitimação vêm de movimentos históricos que carregam sonhos, desejos e projetos de saberes e conhecimentos. (p. 23-24)"

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Fonte: Educ. Pesqui. v.30 n.2 http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1517-97022004000200005&lng=pt&nrm=iso