quinta-feira, 16 de março de 2017

O cérebro da aprendizagem em 'paisagem social': venturas da neurosociologia

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Os debates em torno da educação e do processo de ensino-aprendizagem, no Brasil, têm sido tão vastos como, em muitos casos, improdutivos. Isso sobretudo porque as discussões têm sido tomadas por lugares-comuns, repetições e mais repetições do que determinados autores disseram, generalidades, confusões teórico-conceituais servidas em forma de saladas retóricas, etc.  Face a isso, não só a aprendizagem escolar desanda como até mesmo políticas públicas bem pensadas e relevantes podem tropeçar. Esse é o caso, por exemplo, do PIBID, um bom programa criado no segundo governo Lula pelo ministro Fernando Haddad - disso, contudo, estou tratando em pormenor num trabalho em curso (a hipótese aí, inferida pelas ferramentas de análise de políticas, é consistente: existem situações em que não há 'sintonia' com o sentido programático-epistemológico do PIBID nem mesmo por parte de quem dele participa, já para não se falar dos seus efeitos qualitativos no cotidiano escolar). Tem faltado atenção das abordagens educativas - principalmente nos cursos de licenciatura - em relação à especificidade da aprendizagem. Continuar, por exemplo, limitando as chamadas 'ciências do social' a 'enfoques gerais' sobre a educação, não é só um equívoco, mas um despropósito para a formação de professores. Dessa forma, é apropriada a busca de interação dessas ciências com áreas como a neurociência. É o que está no texto aí abaixo, na perspectiva do delineamento de uma Neurosociologia. Antes, um documentário a respeito da relação entre neurociência e aprendizagem escolar. 




LAS CIENCIAS SOCIALES Y LAS NEUROCIENCIAS (UNA APROXIMACIÓN A LA NEUROSOCIOLOGÍA)

Por Vicente Huici  Urmeneta,  PhD (EUMBAM-Universidad de Deusto/UNED - Bergara)

“Nuestras interacciones sociales desempeñan un papel incluso en el remodelado de nuestro cerebro por medio de la «neuroplasticidad», que significa que experiencias repetidas esculpen la forma, el tamaño y la cantidad de neuronas y sus conexiones sinápticas. Llevando repetidamente nuestro cerebro a un registro dado, nuestras relaciones clave pueden moldear gradualmente ciertos sistemas de circuitos neurológicos”. (Daniel Goleman, 2006)

1.- ¿Qué es la neurosociología?
La neurosociología es una neurociencia, es decir, una de las ciencias que toman como punto de vista teórico el funcionamiento del sistema nervioso, y particularmente del cerebro, en cualesquiera actividades humanas.
Específicamente, la neurosociología intenta comprender el rol que tiene el funcionamiento del sistema nervioso en la interacción del ser humano con su entorno social. La necesidad y utilidad de  abordar este punto de vista en relación a lo social aparece ya en la literatura neurológica fundacional, como, por ejemplo, en los escritos de Santiago Ramón y Cajal (1960), pero ha recibido su estatus científico muy recientemente.
En efecto, en los años noventa del siglo XX, dos psicólogos norteamericanos, Gary Berntson y, singularmente, John Cacioppo, director del Centro Cognitivo de Neurociencia Social de la Universidad de Chicago,  comenzaron a utilizar la expresión “ social neuroscience” [neurociencia social] para caracterizar sus investigaciones. 
La revista Social Neuroscience  (Psychology Press, University of Chicago), cuyo primer número apareció en marzo de 2006, es la   publicación de referencia  en neurociencia social. En dicho número, los editores  afirmaban: “Con raíces en muchas disciplinas, como la neurología, la psicología social, las ciencias del desarrollo, la economía y la psicología cognitiva, la neurociencia social ha alcanzado la mayoría de edad. La Neurociencia Social puede ser ampliamente definida como la exploración de las bases neurológicas de los procesos tradicionalmente examinados por la psicología social. Esta descripción general proporciona un punto de partida desde el cual podemos examinar la conducta social y la cognición. Sin embargo, vemos esta definición como una guía más que como una regla y, como tal, vemos este campo  más incluyente que excluyente. Los comportamientos y las cogniciones estudiados bajo el paraguas de lo social son diversos”. Así mismo, añadían que el objetivo de la neurociencia social era “comprender la relación compleja y dinámica entre el cerebro (y sus sistemas afines) y la interacción social, una investigación emocionante y significativa, no sólo para los académicos, sino  también para el público en general” (Decety- Keenan, 2006:1-2).
El término castellano neurosociología  que incorpora el sentido del original social neuroscience ha sido propuesto por el catedrático de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid  Francisco Mora, que en su obra Neuro-cultura afirma al respecto: “Neurosociología es, en esencia, una aproximación a entender los parámetros  que rigen las interacciones sociales basadas en la lectura de los códigos con los que funciona el cerebro humano” (Mora, 2007:85).

2.- La emergencia de de la neurosociología.
La neurosociología, en su incipiente formulación actual, no hubiera dado sus primeros pasos sin los notables avances  que se han producido en los últimos años en relación a la anatomía y fisiología del cerebro humano. Sólo así han podido tomar cuerpo algunas de las intuiciones formuladas desde el siglo XVIII, con los intentos de la frenología de F.J. Gall y J. C. Spurzheim, pasando por el debate sobre el caso de Phineas Gage (1848) y los descubrimientos de P. Broca y C. Wernicke,  Otro tanto podría decirse de la obra de S. Freud y de sus controvertidos discípulos que apuntaron correlaciones entre lo social y lo neuronal hoy  en día comprobables empíricamente por medio de la  tomografía por emisión de positrones (PET), la magnetoencefalografía (MEG) o la resonancia magnética funcional (fRM).
No obstante, entre las circunstancias que han contribuido más al asentamiento empírico de la neurosociología, se pueden citar tres de particular interés.
En primer lugar , el descubrimiento de  una neurona , la célula fusiforme, que  actúa más rápidamente que ninguna, guiándonos en decisiones sociales inmediatas, y que  ha resultado ser más abundante en el cerebro humano que en el de otras especies animales. En efecto, los humanos tenemos unas cien mil células fusiformes más que, por ejemplo, los primates, siendo, por otro lado, los únicos mamíferos en quienes se han detectado. Estas neuronas fusiformes configuran conexiones particularmente activas entre la corteza orbito frontal y la corteza cingulada anterior del sistema límbico, zonas  cerebrales en las que “los sistemas relacionados con la emoción/sentimiento, la atención y la memoria funcional interactúan de manera tan íntima que constituyen la fuente de la energía tanto de la acción externa (movimiento) como de la interna (animación del pensamiento, razonamiento). “(Damasio, 1994/2009:94).
Algunos especulan que las células fusiformes pueden explicar por qué algunas personas (o especies de primates) son más sensibles socialmente que otras. Los estudios de imágenes cerebrales permiten observar un incremento de la actividad en la corteza cingulada anterior en personas que tienen mayor conciencia interpersonal, lo cual puede suponer que dichas personas no sólo evaluarían correctamente una situación social sino que además también podrían percibir cómo los otros la percibirían.
En segundo lugar,  continuando con los recientes  descubrimientos que han impulsado la reflexión neurosociológica, se puede citar  la comprobación de la segregación inmediata del neurotransmisor dopamina en los individuos humanos cuando hay una percepción visual  estimulante en un contexto social.
La dopamina (DA) es una catecolamina y las catecolaminas generan  cambios fisiológicos que preparan  al cuerpo para  un incremento de la actividad física (como la lucha o la huida). La dopamina, en particular, modula muchas funciones en el cerebro, influyendo en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, el sueño, el humor, la atención, y el aprendizaje. Las neuronas dopaminérgicas (es decir, las neuronas cuyo neurotransmisor primario es la dopamina) están presentes mayoritariamente en el área tegmental ventral (VTA) del cerebro-medio, en la parte compacta de la sustancia negra, y en el núcleo arcuato del hipotálamo. Así mismo, algunas drogas, como la cocaína o las anfetaminas, pero también el alcohol o la nicotina, incrementan la concentración de dopamina en el espacio sináptico.
La dopamina es comúnmente asociada con el sistema del placer del cerebro, suministrando los sentimientos de gozo y refuerzo para motivar a una persona proactivamente en la realización de ciertas actividades. Participa en experiencias naturalmente recompensantes tales como la alimentación o  el sexo. La sociabilidad se encuentra también muy ligada a la neurotransmisión de dopamina. Así, una baja captabilidad de dopamina es frecuentemente encontrada en personas con ansiedad social. Por otro lado, al controlar la actividad retiniana y vincularse rápidamente por medio del meso-encéfalo a algunas estructuras del sistema límbico y del cortex frontal, facilita una rápida respuesta emocional, como en el caso de la atracción amorosa. Todo ello facilita la comprensión de determinadas conductas sociales que han sido asentadas en cada uno  de los individuos participantes sobre bases neurológicas remodeladas que, además, se implementan en circuito cerrado: a mayor estimulación, mayor descarga de dopamina, y a mayor descarga de dopamina mayor  propensión a la estimulación.
En tercer lugar, en relación a la importancia del desarrollo empírico de la neurosociología, se puede citar la constatación reciente de la existencia de una variedad diferente de células cerebrales, las neuronas espejo,  que perciben la acción que otra persona está a punto de realizar e instantáneamente nos preparan para imitar ese movimiento.
En efecto, singularmente decisivo ha sido el descubrimiento de las neuronas espejo por el equipo de Giacomo Rizzolatti , de la Universitá degli Studi di Parma (Rizzolatti -Craighero, 2004), pues  ha obligado a revisar lo que hasta este momento se había venido afirmando respecto a las regiones motoras del cerebro. Así, el sistema motor no puede ser ya concebido como un mero “ejecutor pasivo” de órdenes emitidas por otra región cerebral, sino que parece tratarse más bien de un complejo entramado de zonas corticales diferenciadas, capaces de realizar las funciones sensoriomotoras que parecerían propias de un sistema cognitivo superior. Todo lo cual ha supuesto “un importante reto para nuestras convicciones filosóficas acerca de la importancia de la comprensión consciente de los actos humanos (Feito Grande, 2007).
Habría pues una base neuronal para la explicación de determinados actos  que se llevarían a cabo en contexto sociales específicos  sin mayor intervención ejecutiva de los participantes, lo que conllevaría, por ejemplo, la revisión de algunas teorías sociológicas sobre la memoria colectiva (Halbwachs, 1968, 1994-  Huici, 2007, 2009) incorporando esta dimensión.

3.- Virtualidades y limitaciones de la neurosociología.
De lo anteriormente expuesto puede deducirse que la neurosociología abre un campo singularmente interesante en el ámbito más amplio de la comprensión de las interrelaciones sociales.
En efecto, la introducción de la perspectiva neurosociológica puede permitir deslindar con mayor eficacia algunos aspectos de temas habitualmente tratados por la sociología  en general, como, por ejemplo, las cuestiones de la identidad de los grupos o las ligadas a la memoria colectiva.
Sin embargo, la postulación de la neurosociológica como perspectiva única, una tendencia muy habitual en las neurociencias - que tienden a considerar el cerebro como un simple hardware- puede convertir  lo que no es sino una aportación más a la comprensión del ser humano  en una nueva metafísica, tal y como ha ocurrido en otras ocasiones con la economía, o la psicología. Como  dice Antonio Damasio, poniendo un buen ejemplo, “ la solución al problema de la violencia social no vendrá sólo de considerar sólo los factores sociales  e ignorar las sustancias neuroquímicas correlacionadas, ni vendrá de culpar únicamente a una sustancia neuroquímica correlacionada; será necesario considerar a la vez los factores sociales y neuroquímicos” (Damasio, 1994/2009:101).
Pues , en efecto, la neurosociología no  debería ser ni  determinista ni unívoca  ya que , a pesar de  reconocer que “todo  comportamiento es biológico” también  constata que  “el reduccionismo biológico no proporciona explicaciones satisfactorias para comportamientos complejos”  (Cacioppo,  2004: 115).
Tan sólo  en la medida en que conozcamos qué áreas y circuitos del cerebro son claves para la cognición social (como, por ejemplo, las muchas y diferentes áreas de la corteza pre frontal y cómo estas ha ido apareciendo a lo largo de la evolución para cumplir qué funciones), llegaremos  a conocer gran parte de los procesos mentales que nos agrupan en sociedad. También saber las funciones del sistema límbico, en el que residen las emociones, nos debe proveer de conocimientos acerca de los fundamentos neurales de la empatía y la aceptación o rechazo social pues “todo ello está en el corazón  de lo que hemos venido en llamar neurosociología” (Mora, 2007: 85).


BIBLIOGRAFÍA
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CACIOPPO, J. T. – BERNSTON, G. G. (2004) Social Neuroscience: key readings in social psychology, New York, Psychology Press.
CACIOPPO, J. T. (2004) Essais in social neuroscience, Cambridge, Massachussets, MIT Press,
DAMASIO, A. (2009) El error de Descartes, Barcelona, Ed. Crítica. [1994]
DECETY, J. – KEENAN, J.P. (2006) “What is Social Neuroscience?” Social Neuroscience, Volume 1, Issue, 1, March 2006, p. 1-4.
FEITO GRANDE, L. (2007)  “Las neuronas espejo”,   Tendencias21, revista electrónica disponible en http://www.tendencias21.net/Las-neuronas-espejo-nos-ayudan-a-comprender-las-intenciones-de-los-otros_a1498.html
GOLEMAN, D. (2006) Inteligencia social, Barcelona, Ed. Kairós
HALBWACHS, M.  (1968) La mémoire collective, Paris, Ed. P.U. F.
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HUICI, V. (2007) Espacio, tiempo y sociedad (Variaciones sobre Durkheim, Halbwachs, Gurvitch, Foucault y Bourdieu) Madrid,Ed. Akal.
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RAMÓN Y CAJAL, S. (1960) El mundo visto a los ochenta años, Madrid, Ed. Espasa-Calpe, [1941]
RIZZOLATI G., CRAIGHERO (2004) L., “The mirror-neuron system,” Annual Review of Neuroscience. Num. 27, pages: 169-92.

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Fonte:  Comunicación presentada al IX congreso Vasco de Sociología y C. P. ( 16-18 de Julio de 2012)