Horas serenas do ocaso breve 
Por Miguel de Unamuno 
Horas serenas del ocaso breve, 
cuando la mar se abraza con el cielo 
y se despierta el inmortal anhelo 
que al fundirse la lumbre, la lumbre bebe. 
Copos perdidos de encendida nieve, 
las estrellas se posan en el suelo 
de la noche celeste, y su consuelo 
nos dan piadosas con su brillo leve. 
Como en concha sutil perla perdida, 
lágrima de las olas gemebundas, 
entre el cielo y la mar sobrecogida 
el alma cuaja luces moribundas 
y recoge en el lecho de su vida 
el poso de sus penas más profundas.
 
 
 
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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